Opinion

la decepción de una 'miembra'

CALLE PORVERA Si Radio Futura hubiera tenido la osadía en los tiempos que corren de lanzar al mercado su genial Corazón de tiza, Juan Perro se vería abocado a abandonar el país en apenas 24 horas. Y es que no habría sitio en las televisiones ni en los periódicos para dar cabida al ciclón de voces discordantes que se arremolinarían en torno al famoso «te voy a dar una paliza, por haber escrito mi nombre dentro». Esta reflexión la compartía hace unos días con algunos de mis compañeros, y confieso que cada vez estoy más convencida de ello, gracias a la hipersusceptibilidad de parte de la sociedad (o más bien de la clase política), y su abanderamiento de una igualdad que continúa siendo irreal, aunque la intenten maquillar con juegos de palabras absurdos que no convencen al más pintado.

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La creación del nuevo ministerio que preside Bibiana Aído, por ejemplo, a pesar de que fue recibido con ciertas reticencias, supuso para muchos un oasis en medio del desierto, cargado de esperanzas y de promesas por cumplir. Aunque bien es cierto que cuenta con dos meses escasos de existencia, la verdad es que esas ideas geniales para acabar con la discriminación se han reducido a una serie de iniciativas vacuas que dudo mucho se vayan a cristalizar en soluciones prácticas.

A mí, una de las millones de miembras afectadas de este país, me resulta patético que para la ministra todo se reduzca a un problema de formas. Una cosa es empezar por pequeños cambios, y otra es afanarse únicamente en sacar de quicio a los de la Real Academia, mientras miles de mujeres continúan sin protección ante sus agresores y otras tantas siguen cobrando menos que sus compañeros por una pura cuestión de género.