DENSO. El diestro estuvo espeso y falto de forma. / EFE
Toros

Floja reaparición

José Tomás volvió en Santander con dos faenas larguísimas y planas de fondo, que fueron castigadas con dos avisos antes de matar

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El toro de la reaparición de José Tomás, retinto y listón, terciadito y discretamente armado, no fue ni manso ni bravo ni bueno ni malo. Escaso fondo, justas fuerzas, poca gana. ¿Se dejó? Se dejó. En cortos viajes rebrincaditos. Una única pero larga vara lo dejó planchado. José Tomás lo saludó con lances rapidillos pero firmes. Se celebró un quite por chicuelinas tan sólo discreto. La de la reaparición no iba a ser precisamente tarde de ideas felices.

Fue buena la de salirse a los medios con ese toro. No tanto la de cortar en pausas y por sistema una faena que estuvo de principio a fin en puntos suspensivos o entre paréntesis. Firmeza en los embroques de los muletazos sueltos, pero abundaron los muletazos enganchados. Más que los limpios. Y aunque de pronto José Tomás apareció con la taleguilla teñida de sangre, no fue faena de mayor ajuste. Ni de apenas variantes. De José Tomás, sí, pero sin expresión. El toro, rendido enseguida, sólo trabajaba a señuelo cruzado o torero dentro del cacho y no por fuera. Sin continuidad ni ligazón, la ecléctica faena, con firma propia, estaba desinflada cuando, cumplido casi el tiempo, José Tomás dibujó un circular cambiado por la espalda. Sonó un aviso antes del cambio de espadas. Después, a pies juntos y ya armado de acero, José Tomás se adornó con un péndulo y un molinete a pies juntos. Con dos bonitos ayudados quedó el toro igualado en las rayas. Un pinchazo sin pasar, una estocada soltando el engaño.

Unas disparatadas manoletinas antes de la igualada. Casi se lo come el toro, que lo desarmó y le tomó el número. Una estocada contraria. Una generosa oreja. Tributo del paisanaje. El cuarto, grandullón, acapachado y romo, abrió la segunda parte de corrida con otro signo: más fachada de toro. Los dos primeros habían andado en mínimos. No se asustó entonces nadie. Ni antes del cuarto ni tampoco durante ni después. El cuarto, castigado a modo en dos varas, sangre hasta las pezuñas, se revolvió antes de acabar viaje. Se bajaba en marcha. Breve pero machacón trasteo de Manolo Sánchez. Media trasera y, a toro tapado, una decena de descabellos.

Y de nuevo José Tomás en turno. Con un quinto de corrida que lo dijo todo.