VUELTA DE HOJA

El acuerdo

Dejando a un lado el pacto PP-PSOE para endurecer las penas a los pederastas y para impedir que, al norte de las aceras, a la altura de los balcones, se perpetúe en las calles el nombre de algunos acreditados asesinos, estas dos grandes organizaciones políticas no coinciden en nada. Por vez primera, rompiendo la enconada tradición, parece que han llegado a un acuerdo. Desgraciadamente más que a ellos y a sus dirigentes respectivos, nos afecta a nosotros. El punto de coincidencia es que todos los españoles que no vivamos del antiguo tinglado de la farsa política debemos ser austeros. Mientras más austeros mejor.

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La energía con la que se ha presentado la crisis fuerza al Gobierno a permitir que las Comunidades hagan lo que ya estaban haciendo cuando no estaba permitido: incurrir en déficit. Por su parte, la portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Soraya Sáenz de Santamaría, ha encargado un plan de austeridad a las Administraciones. La palabra que más vamos a oír durante la próxima temporada, que quizá sea larga, es esa: austeridad. El diccionario la define como mortificación de los sentidos y pasiones y exige a quien merezca la consideración de austero ser sobrio y morigerado. Lo que no explica el diccionario, ya que no es su misión, es por qué coño vamos a tener que mortificar nuestros sentidos y nuestras pasiones. Ninguna de esas cosas merece que nos venguemos de ellas.

Más bien les debemos gratitud, ya que nos han hecho pasar algunos buenos ratos. La exigente y difícil moral judeo-cristiana ha hecho que la privación tenga buena prensa. Renunciar a algo que alivie los pesares de nuestros cortos días terrestres está bien visto. Sobre todo por quienes lo recomiendan. Ahora va a tener menos mérito porque empieza a ser obligatorio. De momento serán los trabajadores los encargados de dar buen ejemplo.