DEL PUENTE A LA ALAMEDA

Salvación por el amor

Tras la lectura comparada de las obras de Pedro Salinas y de Jorge Guillén -cultivadores de la poesía pura- hemos llegado a la conclusión de que el tema vital de ambos está constituido por diferentes círculos concéntricos cuyo núcleo es el amor y cuyo significante ineludible es el cuerpo. Para los dos poetas la médula, el eje y el motor de la existencia humana es el amor experimentado, expresado y transmitido mediante los sentidos corporales y, en especial, a través del sentido del tacto.

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Pedro Salinas, profundamente afectado por la tensión entre el decir y lo dicho, nos presenta su práctica poética como una aventura hacia lo absoluto enigmático, eufórico y trágico, y Jorge Guillén, un vidente que proporciona existencia a las ideas, vida a las imágenes, alma a los cuerpos y espíritu a la materia, nos explica cómo poetizar es ver el discurrir imparable de la vida y observar el continuo sucederse de los episodios con el fin de, en la medida de lo posible, recuperarlos mediante el amor. Para ambos autores, la función del poeta es evocar y hacer reversible el paso del tiempo humano, que está compuesto, como la playa, de finos y rubios granos de amor, y de blancas y efímeras espumas de recuerdos.

Amar es la manera de ser más, proyectando luces y difundiendo músicas: himnos de amor que, estimulándonos con sus ritmos y con sus melodías, nos hacen avanzar en el viaje de la vida. Transitar por la vida, crecer, vivir, llegar a ser, estar de pleno en la realidad es el último fruto del amor en sus múltiples dimensiones: como misma fuerza vital, como afán, como objetivo total: «Único poder puro del escritor: erigir mundos sobre este mundo claro poder de amor».

Es cierto que, en el hermoso poema Huerto de Melibea, Guillén abraza al amor con la muerte, pero también es verdad que la muerte no prevalece ya que el amor creador produce el necesario prodigio del nacimiento, de la resurrección, de los siempre continuados renacimientos y, con ellos, del orden en armonioso contrapunto final: «Sosteniéndose entre todos / Se deslizan confiados / Nuevos grupos que se gozan / En nacer resucitando».

Si, como ha observado Alma Zubizarreta, el afán de espiritualización de Pedro Salinas excluye los detalles concretos, hemos de reconocer que, en la voz a ti debida, cede al ansia de conservar la unión evocando la realidad corporal y circunstancial. Fruto de este esfuerzo es Salvación por el cuerpo, que tiene un curioso paralelo en Salvación por la primavera de Jorge Guillén. La poesía de Pedro Salinas -igual que la obra de Jorge Guillén- es una profunda meditación sobre la necesidad de unión de dos cuerpos.