CRÍTICA DE TV

Mata

Antena despedía esta semana la segunda temporada de La familia Mata. Hasta aquí, todo normal: las cosas que empiezan, suelen terminar. Lo asombroso es que Antena 3 ha anunciado que habrá una tercera temporada, y esto suscita los más arrebatadores interrogantes. En efecto, ¿tiene algo más que contar esta serie? A la vista de la segunda temporada, parece obvio que no.

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Sin embargo, se anuncia la tercera, a la que hay que presuponer el mismo vacío esencial que a su predecesora. La primera temporada de La familia Mata no es que fuera la Iliada, pero parecía tener una historia detrás; la segunda, por el contrario, ha consistido fundamentalmente en una navegación a la deriva y sin brújula en torno al ombligo de los propios personajes, tratando siempre de que en el guión ocurriera algo sorprendente y sin conseguirlo jamás. El relato de La familia Mata puede resumirse así: «La familia Mata existe y le pasan cosas muy graciosas». Punto redondo. El agudo productor de teleseries, cuando le haces estos reproches, te contesta invariablemente: «Es que ésta no es una serie narrativa, sino una comedia de situación, o sea que la chicha está en la continuidad del escenario y los personajes». Bien, de acuerdo, pero también las comedias de situación tienen sus reglas.

La primera de ellas es que en cada episodio, en el interior de esa situación, debe imperativamente ocurrir algo con su principio, su nudo y su desenlace, y el conjunto debe guardar una cierta coherencia interna. Ocasionalmente es posible dejar sueltos dos o tres hilos de la trama para reanudarlos en el episodio siguiente, pero aquí se aplica la misma fórmula: los hilos han de llevar a algún sitio. Pues bien, en La familia Mata ocurre al revés: todo es puro fleco. Los flecos en cuestión consisten en los gags cómicos, que terminan siendo lo único que da cierta columna vertebral a la serie. No faltará quien vea aquí una forma posmoderna de narración: desaparece el mamotreto, viva el fragmento. Vale, pero, ¿cabe cualquier cosa? ¿No habrá que intentar que el fragmento -el chiste, el fleco- parezca, por lo menos, subordinado a una historia general?