DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

Maniobras orquestales en la oscuridad

Uno de los errores históricos del otrora dueño del cortijo jerezano y virrey del Ayuntamiento, Pedro Pacheco, fue no hacer caso nunca y bajo ningún concepto de lo que le aconsejaban sus muchos asesores y colaboradores. Bien es cierto que la gran mayoría de ellos agachaba las orejas cuando Don Pedro dictaba sentencia, pero hubo algunos, contados, que sí tuvieron los bemoles de decirle a la cara las verdades del barquero. Sólo sirvió, en la mayoría de los casos, para que fueran desterrados de los dominios pachequistas.

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Viene a colación este pasaje de tiempos pretéritos por los últimos acontecimientos vividos en lo que podríamos denominar ya como la Casa de los Líos, es decir, nuestro sacrosanto Ayuntamiento de Jerez. Aunque errar es de humanos, errar con dinero público es muy peligroso, y hacerlo cuando se dispone del consejo de hasta 27 asesores, que son los que ha contratado el PSOE en el Consistorio desde que gobierna a sus anchas, es ya de una torpeza política de dimensiones considerables y consecuencias impredecibles.

Se está extendiendo por la ciudad la opinión de que «Pilar está haciendo bueno a Pacheco», y eso se puede convertir en un misil directo a la línea de flotación de una alcaldesa que, tras la polémica suscitada con la subida de sueldo de su jefe de gabinete, no merece más que la crítica política por parte de la opinión pública. Nada más y nada menos. Y sólo crítica política es lo que ha salido de los teclados de esta redacción de LA VOZ en los últimos días.

La alcaldesa se equivocó al firmar una subida de sueldo de esas características para Juan Carlos Jiménez, quien, por cierto, ya había disfrutado de un suculento aumento salarial del 60% en sus emolumentos en el último año. Y lo peor de todo es que Pilar Sánchez aún no ha reconocido su torpeza. Su jefe de gabinete, es cierto, no verá incrementada su nómina, pero no porque la alcaldesa haya rectificado de motu propio su paso en falso, sino porque, ya sea haciendo caso de la versión oficial o de lo que se dice en los pasillos consistoriales, el propio Juan Carlos Jiménez ha renunciado a la subida o la dirección provincial del partido ha obligado a la regidora a dar marcha atrás. Quizá sean ambas cosas.

Conozco personalmente a algunos de los asesores y colaboradores de Pilar Sánchez, y, sabiendo de su valía, me cuesta creer que nadie le advirtiera del jardín en el que se estaba metiendo.

Esta tormenta, por otro lado, ha dejado al descubierto un preocupante panorama que parecía estar adormecido en los últimos meses, el de la evidente división interna que sigue existiendo entre las distintas familias en el seno interno del PSOE de Jerez. Nadie duda, la propia Pilar Sánchez lo ha reconocido, que compañeros de su propio partido han aprovechado su tropiezo para ponerla a los pies de los caballos ante la opinión pública jerezana, o que, al menos, han contribuido de manera palpable a la hora de ponerle en bandeja de plata a la oposición una excepcional oportunidad de desgastar la imagen de la regidora.

En la profesión periodística existe un aforismo, que, dicho sea de paso, hay quien se lo merienda cada dos por tres, que reza así: Perro no come perro. En el PSOE de Jerez está visto y comprobado que ocurre todo lo contrario.

Complicado lo tiene la alcaldesa si, además de preocuparse de gobernar y no cometer errores de bulto, tiene que estar pendiente de las «zancadillas» que le ponen en su propia casa. Sus enemigos íntimos la están esperando en el congreso local del partido. Veremos si dan la cara después. Pero todavía tiene tiempo para, ayudada de sus fieles y asesores, reconducir la situación, y aprovechar las críticas para hacerse más fuerte y trabajar mejor. Ya no por su propio bien, sino por el de una ciudad que apostó por un cambio radical en la política local y que no merece espectáculos tan poco edificantes como el que nos han dado en estos días.