PRESTIGIOSO. El doctor Fermín Aranda nació el 26 de septiembre de 1866 en la Corredera y fue bautizado en San Miguel.
Jerez

Los Aranda, una familia brillante

Fermín Aranda fue un médico de fama nacional, su hija Pilar, una bodeguera irrepetible

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Los Aranda, es otro apellido correspondiente a una conocida y arraigada familia jerezana que como tal, también ha dejado una huella par la historia.

Según algunos de sus miembros, este apellido es netamente jerezano; a diferencia de otros que proceden de los topónimos de determinados lugares de España, por ejemplo, los que pudieran provenir de Aranda del Duero. Pero, seguro, que si le hubiéramos preguntado a Doña Pilar Aranda, dónde tenía ella su casa solar, nos hubiera contestado: en la Plaza de las Angustias. O, mejor aun: nosotros provenimos de Aranda del Guadalete, o del Río de Cartuja, que esa hubiera podido ser una de las ingeniosas respuestas de Doña Pilar.

Bromas aparte, para escribir de este apellido nos hemos de remontar al bisabuelo, Don Antonio María de Aranda y Cárdenas, quien fundó la famosa bodega de Aranda en el año 1800.

Don Antonio María de Aranda tuvo cuatro hijos: Carlos, Félix, Pepa y Fermín.

Para la exaltación de esta familia, nos centraremos en su último hijo, quien fuera el célebre Doctor Don Fermín Aranda y Fernández Caballero, así como en su hija, la famosa heredera de las bodegas que llevaron su nombre Doña Pilar Aranda.

El Doctor Fermín Aranda

El Doctor Don Fermín Aranda y Fernández Caballero hizo la carrera de medicina en la Facultad de Medicina Cádiz; pero debido a las constantes diferencias con sus profesores, tuvo que hacer el último curso en la de Sevilla. Licenciándose el 24 de Junio de 1890.

Una vez acabada la carrera, viajó a París, donde se estableció con el fin de ampliar sus estudios ingresando en el Instituto Pasteur, siendo discípulo de prestigiosos doctores, efectuando prácticas medicas en clínicas como la del doctor Seesnos, quien fuera el que más contribuyera a su formación.

También visitó e hizo prácticas en ciudades como: Alemania, Marsella, Lyón, Colonia y Berlín, en clínicas como la Peam, Lucas-Champonier y Redeus, en la que estuvo de director antes de volver para instalarse definitivamente en su tierra natal, Jerez de la Frontera, en Febrero de 1893.

En Junio de 1896 montó en Jerez su consulta en el nº14 de la calle Mariñiguez, cuya inauguración tuvo gran repercusión social, bautizándola con el nombre de: Instituto Operatorio.

El Doctor Don Fermín Aranda y Fernández Caballero nació el 26 de Septiembre del año 1866, en Jerez de la Frontera, en la calle Corredera, siendo por ello bautizado en la parroquia de San Miguel.

Antes de cumplir los diez años quedó huérfano de madre por lo que poco se sabe de su infancia y adolescencia, quizá vivida con una educación Victoriana a usanza en esa época; formación que posteriormente puede le llevara a ser un hombre de aspiración liberal llegando a ser un destacado republicano.

Don Fermín Aranda no solo fue médico y adelantado cirujano general, sino que también tuvo incursiones en la política, siendo amigo del insigne político Jerezano Don Ramón de Cala.

Fue a la par propietario de explotaciones agrícolas, bodeguero almacenista de vinos y destacado conferenciante.

De fuerte carácter y controvertida personalidad, sus conocimientos y vasta cultura (hablaba tres idiomas) le hacían ser un humanista y por ello un hombre de gran encanto personal.

Como todo preclaro, su vivo y aguzado ingenio le confería a su conversación una dialéctica cargada de ironías y sornas.

Fama en Jerez

A su regreso de Europa y debido (al por entonces) gran conocimiento médico quirúrgico albergado, realizó con los escasos medios de que disponía, diversas intervenciones de cirugía cardio-vascular y de cráneo, trepanaciones incluidas ¿ ? Por lo que adquirió enorme fama y predicamento en Jerez. Todo ello en su consultorio particular, en donde, operaba sobre una camilla que él mismo inventó para tales menesteres. No obstante, tuvo que cerrar su consulta debido al elevado coste que requería su mantenimiento.

A partir de entonces continuó con sus actividades medico-quirúrgicas en el hospital Santa Isabel de Hungría, en el que formaba parte del cuerpo de facultativos, de el que llegó a ser director hasta su jubilación.

Casado con Doña Pilar Latorre Nieto, Don Fermín Aranda tuvo cuatro hijos: Antonio, Fermín, José y Pilar.

Esta última, Doña Pilar Aranda, fue la heredera y continuadora del almacenaje y crianza de los excelentes caldos jerezanos que llevan su nombre. Mujer poseedora de gran espontaneidad y gracia natural, muy conocida no solo en el ámbito bodeguero, sino también popularmente por su cercanía en el trato y por ser una persona adelantada a su tiempo.

Doña Pilar Aranda

(A su hija Pilarita Villaescusa)



Toda esa humanidad desaforada,

que muestra a quien la ve, Doña Pilar,

no le quita, la pone en su lugar,

porque ese es su derecho de pernada.



Así de original y de taimada,

muchas veces capaz de abochornar,

o de hacer carcajear hasta llorar,

o de hundirnos con solo una mirada.



Ella fue una mujer adelantada

a su tiempo, que sola las castañas,

del fuego retirose en años duros.



En un mundo por hombres admirada,

si alguno venía con artimañas,

de limpio lo vestía sin apuros.



(Del libro Sarta de sonetos)



Doña Pilar Aranda, como dice el soneto, fue una mujer adelantada a su tiempo, cuya gran personalidad era debido a su agilidad mental, perspicacia y sentido del humor. Conocidísima en el ámbito bodeguero de nuestra ciudad pero igualmente popular en el centro de Jerez, sobre todo en el mercado de abastos, donde debido a sus incursiones y ocurrencias era muy querida y respetada por los tenderos, carniceros y sobre todo por los pescaderos.

Como ateneísta y republicano, Don Fermín Aranda fue una de las personalidades que recibió al novelista Vicente Blasco Ibáñez en su segunda visita a Jerez, a quien agasajó opíparamente en su casa.

Debido a su éxito como médico cirujano, fue nombrado hijo predilecto de Jerez, dedicándosele la calle donde residía; cambiando su antiguo nombre de: Calle Medina, por la de: Calle del Doctor Fermín Aranda y que los cambios políticos han devuelto el nombre al bello pueblo Jandeño.

Su gran bagaje de conocimientos en todos los campos, le hicieron ser un inquieto agricultor, llegando a ser propietario de varias fincas: La Rosa Celeste, La Blanquita, La Huerta de la Marquesa y La Venta Cantero. Además de cultivar la viña, Don Fermín tuvo incursiones en otros cultivos como fue el del tabaco, aunque con escaso éxito, por lo que se concentró en sus bodegas con el comercio de sus vinos, los que por sus propiedades terapéuticas prescribía en sus recetas, sobre todo, los generosos y los quinados. Como también en sus conferencias en los congresos médicos y en las ponencias que con tal fin se le invitaba a dar.

Cabe destacar la que dio en el mes de Octubre de 1924 en el Congreso Medico Iberoamericano celebrado en Sevilla, cuya apertura estuvo presidida por su majestad El Rey Don Alfonso XIII y que espléndidamente expuesta por Don Fermín versó sobre: Las excelencias del vino de Jerez. Al día siguiente de la magnifica disertación, se trajo para Jerez 1200 congresistas que, en un convoy ex profeso para la ocasión viajaron desde Sevilla para ser agasajados con exhibiciones de caballos, visitas a las bodegas Domecq y González Byass, así como un concierto de música. Tras la cual fueron despedidos por el Marqués de Villamarta, entonces alcalde de Jerez.

Medalla del trabajo

En el año 1926, por petición unánime de la sanidad española, el dictador Don Miguel Primo de Rivera impuso a Don Fermín Aranda la medalla de plata del trabajo, condecoración que ratificará su prestigio profesional y de la que siempre se sintiera muy orgulloso. Debido a ello creció su fama, generando influencias tanto en el campo de la medicina como en el de la política, llegando a ser elegido como diputado a las Cortes Constituyentes de la II República en Junio de 1931. Fue también gran aficionado al flamenco poseyendo una buena colección de discos de pizarra, que escuchaba en reunión en compañía de sus amigos, compartiendo unas copas de Jerez.

Sensible al arte, fue coleccionista de pintura, llegando a tener numerosos lienzos de pintores del XIX entre los que destacaban los del pintor Álvarez Algeciras.

En Junio de 1940, ya muy anciano y con ocasión de sus bodas de oro con la medicina, recibió el homenaje de todos los profesionales de la medicina de Jerez, especialmente de sus compañeros y orden religiosa del hospital Santa Isabel de Hungría, al que debido al prestigio acumulado y el reconocimiento de que gozaba acudió representaciones de todos los estamentos sociales de Jerez.

Falleció el 1 de Mayo de 1946 a causa de una hemorragia cerebral en su casa de la Plaza de las Angustias.