CRÍTICA DE TV

Soldados

El género bélico no goza últimamente de muy buena reputación; al menos, el género bélico presente, es decir, el que cuenta historias fechadas desde 1945 hasta acá. Salvado el paréntesis de la guerra de Vietnam, el cine nos ha dejado algunas piezas buenas como Blackhawk derribado, pero muy poco más. Piense si hay películas sobre las guerras del Golfo Pérsico, las matanzas africanas o la última guerra de los Balcanes: apenas.

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Hay, por supuesto, reflexiones cinematográficas en ambiente bélico, pero no hay propiamente cine bélico, con las características épicas propias del género. Estas últimas han pasado más bien al género de acción, como en la serie de Rambo. Si esto es así en el cine, lo es mucho más en la televisión, donde el relato bélico se congela en la segunda guerra mundial. ¿Qué series bélicas de tema contemporáneo hay en pantalla? En los últimos años, sólo dos, y ambas norteamericanas: una es un mixto de uniformes y tribunales, JAG, y otra es de acción, The Unit, sobre una unidad de fuerzas especiales. Esta posee una calidad muy superior a la otra por la complejidad de los guiones. La emite La Sexta a medianoche de los martes y mantiene medio millón de seguidores.

The Unit no deja de ser una serie marginal en nuestra parrilla, pero, para los aficionados al género, posee casi todos los ingredientes canónicos de estos relatos, que no reposan tanto sobre el alarde de armamento (aviones, carros, helicópteros, explosiones, todo eso) como sobre la puesta en escena de una cierta ética: camaradería, sacrificio, obediencia, etc. Lo más llamativo es su discurso: aquí el soldado ya no es el héroe de la comunidad (siempre se presentaba así en el cine bélico clásico), sino alguien cuyo heroísmo se manifiesta a pesar de la propia comunidad. La gente ve con malos ojos a esos tipos tan complicados en los que, sin embargo, descansan los valores más nobles. El soldado añade a la dureza de su oficio la incomprensión de la gente, la hostilidad de la Prensa y las acechanzas de los políticos, siempre turbias. El enemigo está en todas partes. Al final, el soldado queda convertido más bien en un guerrero, una casta aparte, como en el mundo pre moderno. Qué vueltas dan las cosas.