ESPERA. Varios zimbabuenses hacen cola para depositar su voto en un colegio electoral en Harare. / EFE
MUNDO

El G8 dice que la comunidad internacional no aceptará el Gobierno de Zimbabue

El Consejo de Seguridad de la ONU se reunirá para estudiar nuevas sanciones contra Mugabe

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Los ministros de Asuntos Exteriores del G8, reunidos en Japón, se mostraron de acuerdo en la opinión de que el gobierno zimbabuense, al no representar la voluntad de su pueblo, no podrá ser aceptado por la comunidad internacional. Frank-Walter Steinmeier, representante de Alemania, habló como portavoz de la agrupación que reúne a los países más industrializados y poderosos del planeta, y también anunció que el Consejo de Seguridad de la ONU se planteará la próxima semana imponer nuevas sanciones al régimen de Harare. La ONU y la Unión Europea han declarado asimismo que los comicios celebrados ayer en Zimbabue «no son legítimos ni válidos».

Fuentes del ejecutivo comunitario han calificado la situación de 'escándalo' y denunciado un proceso electoral «dominado por una sistemática campaña gubernamental de violencia e intimidación». Estados Unidos, Francia y Reino Unido se refirieron a las elecciones como una 'farsa' y personalidades prestigiosas de la región han denostado la actitud de Robert Mugabe. Así, Nelson Mandela lamentó «el trágico fracaso de liderazgo» que sufre el Estado vecino y Desmond Tutu tachó de 'Frankenstein' al mandatario.

Diversas instituciones habían intentado a lo largo de la semana que el antiguo líder guerrillero y presidente de Zimbabue desde su independencia hace 28 años diera su brazo a torcer y pospusiera unos comicios a los que se presentaba como candidato único tras la retirada de su rival Morgan Tsvangarai. Según las fuentes oficiales, el oponente obtuvo el 47,9% de los votos frente al 43,2% del partido oficial en la primera ronda, celebrada el pasado 29 de marzo, aunque los vencedores denunciaban la manipulación de los resultados, aún más favorables para sus listas.

Oídos sordos

Tsvangarai anunció su retirada el pasado domingo y, posteriormente, se refugió en la sede de la Embajada holandesa. Justificó su decisión en la violencia desatada contra el MDC, su formación, causante de la muerte de ochenta personas en las semanas previas al encuentro con las urnas. «El Ejército y la milicia, los veteranos de guerra, han hecho casi inaccesible ir a cualquier parte del país», aseguró. Ayer hizo un llamamiento a sus partidarios para que no acudieran a los colegios electorales, pero les animó a votar por Mugabe, el único candidato, en el caso de que su vida corriera peligro.

El ejecutivo zimbabuense ha desoído todas las peticiones que reclamaban el aplazamiento de la segunda vuelta y la celebración de un diálogo con la oposición para reconducir la crisis política. Un comité de la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC), organización que reúne a catorce países del área, instó a aplazarla porque «las condiciones actuales socavarían la credibilidad y la legitimidad de su resultado». Pero esta velada acusación no ha podido cambiar el rumbo electoral. Tampoco los cuestionados oficios de Thabo Mbeki, presidente de Sudáfrica.

Tras la realización de los comicios, la situación es de absoluta incertidumbre y carece de visos de conciliación. En cualquier caso, Mugabe ya había manifestado previamente su intención de no abandonar el poder ante un resultado adverso e, incluso, había amenazado con alentar una fuerza guerrillera.