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Ser de derechas

Una de las diferencias entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy reside en la valoración que cada uno de ellos hace de las ideologías. Mientras el primero considera que estas son fundamentales y, por ello, exhibe su personalidad de izquierdas, el segundo llega al extremo de no reconocerse como derecha y prefiere buscar el acomodo descomprometido del 'centro'. Pero, incluso en este supuesto, no termina de aceptarlo como adjetivación de su derechismo sino como definidor de una posición sustantiva. Quiero decir que los políticos como Rajoy llegan a rechazar el término centro/derecha.

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Es evidente que estas actitudes de los dos líderes tienen que ver con la buena y la mala prensa que siguen teniendo la izquierda y la derecha en España. Esta última se siente acomplejada al definirse políticamente mientras la izquierda piensa que su ideología le proporciona un plus moral y cultural. Pero además se da el hecho paradójico de que el prestigio de la izquierda lleva a sus militantes a la ausencia de rigor. La convierte en un paraguas bajo el que puede guarecerse cualquier ciudadano con tal de que se sienta próximo a alguna de las mil versiones que van del socialismo clásico y la socialdemocracia al populismo revolucionario... Esta mezcolanza no produce inquietud en los afiliados como ocurrió en otros tiempos. Ahora sólo importa el poder. En la derecha, por el contrario, el proceso de diferenciación ha sido progresivo. Así, los democristianos soportan difícilmente a los liberales y unos y otros mantienen unas posiciones muy diferentes en relación con los nacionalismos. Así pues, al existir en las versiones de la derecha niveles de exigencia ideológica y cultural muy superiores a las de la izquierda, la estabilidad de aquella está más amenazada. María Dolores de Cospedal provoca desconfianzas en cierta parte del PP por su defensa de los matrimonios gay y por su experiencia personal al haber practicado la fecundación in vitro. Por razones relacionadas con los principios morales Eugenio Nasarre es difícilmente comprendido por populares laicos.

La carencia de escrúpulos ideológicos y morales está dando mayor solidez al Partido Socialista mientras el rigor de las creencias está creando tensiones interiores en el PP. Quizá por esa razón Rajoy está dando de lado a las cuestiones ideológicas. Las interpreta como amenazas de la unidad del partido.