AL AIRE LIBRE

Hablemos de huelga

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ace ya bastantes años, con motivo de una de las huelgas generales que sufrió el gobierno socialista durante su primera etapa de gobierno, escribí un artículo con pretensiones de exposición jurídica acerca de la huelga y algunas de sus manifestaciones, como los piquetes. Es curioso pero pasados tantos años podría reproducirlo tal cual sin variar nada, porque todo sigue igual. Sigue igual la exigua e insuficiente regulación del derecho de huelga en España, nacida con carácter urgente a través de un Real Decreto del año 77, regulación que nadie, y menos los sindicatos, quiere cambiar para poder así seguir campeando bastante por sus respetos, a veces nulo respeto con los no quieren secundar la huelga. Sigue igual la verdadera naturaleza del piquete, mucho más violento que informativo, como estamos viendo estos días. Y me imagino que seguirán igual las asambleas donde «democráticamente» y sin presiones de ningún tipo (¿por aquí!) se decide ir a una huelga, sea esta la que sea. Los que venimos de la Universidad sabemos cómo son las asambleas, los medios y tácticas para controlarlas, el lenguaje de presión y de lucha que se utiliza y los mecanismos psicológicos que producen coacción y arrastre de voluntades poco enérgicas. Al final, todo queda muy bonito, en plan Juramento del Juego de Pelota (ya les explico otro día qué es esto, no se preocupen) pero la realidad es menos heroica. Y sigue igual, y es mala señal, la falta de percepción y de entendimiento de una proposición elemental en cualquier Estado de Derecho, donde rigen libertades fundamentales y derechos fundamentales recogidos en una Constitución que obliga a todos. Ya es mal síntoma que haya que recordar a estas alturas esta proposición: que la huelga, como derecho, no puede convertirse en un deber, y debe ampararse tanto al huelguista como al que en uso de su libertad y soberanía sobre sí mismo, como dirían los clásicos, decide no hacer huelga. A estas alturas, la percepción de ese «otro» que no secunda la huelga como un traidor no se sabe a que causa (no será la redención del proletariado bien asalariado y trincando en negro cada vez que puede) parece bastante desfasada, sin que esto signifique una encubierta manifestación de neoliberalismo. Mientras tanto, resulta que se tiran miles de litros de leche mientras el Comedor del Salvador la pide continuamente. Pero esto, por lo que se ve, no le importa a los sindicatos, porque la lucha obrera no incluye a los mas desheredados.