TRIBUNA | IGNACIO GONZÁLEZ DORAO

¿Cuántos logos para un evento?

Escribo estas líneas no tanto como presidente de la Asociación de Publicidad y Diseño Gráfico de Cádiz, sino como publicitario, y por lo tanto profesional de la comunicación, preocupado por la ligereza con la que se tratan asuntos que son la base de mi profesión y la de mis colegas. Y me refiero, como habrán podido imaginar, a la polémica de la que se ha hecho eco algún medio de comunicación sobre el hecho de que actualmente tengamos tres logotipos y, por lo tanto, tres líneas de comunicación diferentes para comunicar un mismo evento. La conmemoración de la Constitución de 1812.

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Este hecho es totalmente inadmisible. No se puede comunicar lo mismo desde tres puntos de vista diferentes. Porque eso lo único que hace es confundir al receptor, que bastantes impactos de comunicación recibe a lo largo del día para que encima no le transmitan un mensaje claro. Rectifico, sí se transmite un mensaje claro que estoy seguro que el público recibe: descoordinación. Eso es lo que se consigue transmitir: un tremendo descontrol en torno al 2012.

No sólo porque nadie sabe realmente qué se está haciendo, o gracias a quién se está haciendo, o si realmente se está haciendo algo. Además de todo, eso transmitimos desconcierto y descoordinación si vestimos de tres maneras diferentes a un mismo producto, o en este caso a un mismo evento. Porque no se trata de si un logo gusta más o menos que otro, o si sus colores coinciden o no, sino de crear marca. Una marca fuerte, representada por una sola imagen gráfica. La que se decida, pero una sola. Porque sólo una marca fuerte y sólida será capaz de posicionar el 2012 como el gran evento que deberá ser.

Pero teniendo claro este concepto lo que me parece más increíble es haber leído comentarios defendiendo e incluso argumentando como positiva esta situación. Espero sinceramente que sea un error de interpretación del periodista, porque, si no, me parecería un tremendo insulto a la inteligencia de los gaditanos y, sobre todo, a mi profesión. Es totalmente inadmisible y del todo indemostrable, que un mismo evento deba comunicarse utilizando diferentes imágenes gráficas según el público al que se transmita, ya sea de Cádiz, Algeciras, Madrid o Pernambuco. Y a las pruebas me remito: la Expo de Sevilla, la Copa América, las olimpiadas de Pekín y cualquier otro evento al que pueda referirme tiene una sola imagen y una sola comunicación. Luego podrán tener múltiples promotores, patrocinadores, sponsors y colaboradores, cada uno con sus logotipos. Y habrá que hacer adaptaciones de su imagen gráfica en función del soporte o del medio en el que se comunique, pero todo parte de una sola línea de comunicación.

Porque de lo que estamos hablando aquí no es de otra cosa que de comunicación. De comunicación publicitaria. Que tiene unas normas profesionales y toda una teoría detrás. Que no todo es gritar eslóganes o lanzar logos al mercado. Debemos tener un mensaje. Algo que decir, algo que aportar sobre lo que estamos comunicando para que nuestro público se interese y lo compre. O lo acepte, y lo quiera y lo apoye. Y eso se está haciendo mal. Y algunos pensarán que no hay problema, que todavía queda mucho para el 12. Pero se está cometiendo un gravísimo error: se está desconcertando al público objetivo más importante, al que tiene que ser el gran prescriptor de la celebración de la conmemoración de la Constitución de 1812: el pueblo de Cádiz y San Fernando. Que debe querer este evento y participar de él. Y contarlo y estar orgulloso. Y saber por qué es importante y qué significó. En definitiva, comprarlo, y nadie compra algo que no entiende.

No nos engañemos. Este tema no tiene justificación. Es ilógico desde cualquier punto de vista que estemos comunicando lo mismo desde tres ópticas diferentes. No es bueno, no es coherente y, desde luego, no es rentable, porque estamos desperdiciando muchos impactos publicitarios.

No tiene justificación, aunque sí puede tener explicación: denota una gran falta de generosidad política. Sin mirar a nadie y mirando a todos. Quizás habría que pararse a pensar si este tema de los logos no es un preludio de lo que puede llegar a ser el 2012 si no lo remediamos: un gran espacio de guerra política, en el que, como en la mayoría de las guerras, el que sale perdiendo es el pueblo.