Las voces y sensibilidades de ambos músicos empastan con fluidez.
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El segundo álbum de la escocesa Isobel Campbell y el norteamericano Mark Lanegan profundiza en las raíces de forma sólida y reflexiva

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El destino depara inesperados compañeros de aventuras. Y el dúo formado por Mark Lanegan (1964) e Isobel Campbell (1976) bien pueden suscribir la afirmación después de que el encuentro casual en un camerino destapara un mutuo interés que cristalizó después en un primer trabajo conjunto titulado Ballad of the broken seas (2006). A priori, poco o nada temían que ver el rock intenso y rugoso desarrollado por el norteamericano dentro de proyectos como Screaming trees o Queen of the stone age con el pop delicado y pulido de la escocesa con Belle&Sebastian o The Gentle Waves, aunque la vena más templada del primero, plasmada en una interesante media docena de álbumes en solitario, abriera una puerta a la esperanza.

La activa vertiente de Lanegan, también expresada a través de colaboraciones con PJ Harvey o Greg Dulli (Afghan Whigs) en The Twilight Singers, ayudó a que la asociación con Campbell fructificara en aquel inicial trabajo, por más que su grabación tuviera que hacerse por separado a causa de las ocupaciones y compromisos de sendos protagonistas. En una flamante y segunda entrega que ahora ve la luz bautizada como Sunday At Devil Dirt (V2-Nuevos Medios; 2008), ambos han podido cuadrar agendas para concurrir en un proceso de registro, entre Estados Unidos y Escocia, que parece haber arrojado mejor cosecha.

Un trabajo donde ambos protagonistas han compartido el trabajo aunque, en un acercamiento superficial, pueda parecer que Lanegan ha impuesto su impronta, impulsado por la presencia de su profunda voz, un cruce, más que nunca, de Leonard Cohen, Johnny Cash y Serge Gainsbourg. Craso error: Campbell no sólo produce y, con puntuales ayudas, mezcla el trabajo sino que también se encarga de aportar el grueso de las composiciones en lo que supone una implicación que incluso decanta la inicial ponderación de la firma conjunta a favor de la autora de Glasgow.

Folk rock sugerente

Sunday at devil dirt arroja una docena de canciones que describen una inmersión más decidida y compactada en un folk-rock áspero pero sugerente que se agarra a las raíces norteamericanas para crecer intachable, a medio camino entre el verso quebrado - Shotgun blues -y la lírica melódica -Keep me in mind, Sweetheart-. En su desarrollo, las voces y sensibilidades de Campbell y Lanegan empastan con fluidez y sutileza, desplazándose en una dirección común que termina cuajando en un balance de considerable definición.