NUEVO LÍDER. Pushpa Kamal Dahal, Prachanda, saluda a sus seguidores tras ganar las elecciones nepalíes y acabar con 239 años de régimen monárquico. / PABLO M. DÍEZ
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Nepal queda en manos de 'El feroz'

Prachanda, que apuesta por combinar el maoísmo con la economía de mercado, ha pasado de jefe guerrillero a dirigir el país asiático tras abolirse la monarquía

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Se llama Pushpa Kamal Dahal y es un antiguo maestro de escuela de 53 años con pinta de intelectual. Pero todo el mundo le conoce como Prachanda, que en nepalí significa 'El feroz'. Ése es su nombre de guerra como cabecilla de la guerrilla maoísta que, tras una década de lucha, ha conseguido abolir la dinastía monárquica de los Shah, que ha reinado en Nepal 239 años. En este país del Himalaya, uno de los más pobres del mundo con el 80% de sus 27 millones de habitantes subsistiendo de la agricultura y el 40% viviendo en la miseria, Prachanda ha optado por el comunismo y el maoísmo para traer la democracia, la modernización y el progreso.

Dicha fórmula, que en Occidente sólo despierta recelos por las atrocidades cometidas en la extinta Unión Soviética y China, funciona en Nepal porque supone un cambio con respecto al autoritarismo de la monarquía y a la corrupción de los partidos tradicionales. Por ese motivo, la guerrilla, reconvertida en el Partido Comunista-Maoísta, arrasó en las elecciones del 10 de abril y obtuvo 220 de los 601 escaños de la Asamblea Constituyente, que redactará una nueva Carta Magna durante los dos próximos años.

Como presidente o primer ministro, Prachanda dirigirá el Gobierno de Nepal tras haber vivido dos décadas en la clandestinidad. En 1996, los maoístas, una escisión del Partido Comunista, presentaron un programa para transformar la sociedad. Entre sus demandas, exigían la igualdad en este país de castas y multiétnico, la supresión de los privilegios de la Familia Real, una reforma agraria para repartir tierras entre los campesinos y el fin de la influencia exterior en la economía, sobre todo india.

Como tales peticiones no fueron escuchadas, los maoístas comenzaron una insurgencia armada que dividió al país y se cobró la vida de 13.000 personas, muertas a manos de la guerrilla y del brutal Ejército nepalí.

A pesar de que la monarquía dobló el número de soldados hasta los 95.000 entre 2002 y 2006, y de que recibió armas de Estados Unidos, India y Reino Unido por más de 20 millones de euros, unos 20.000 rebeldes se hicieron con el control de la mitad del territorio -el 80%, según otras informaciones- e impusieron su propia Administración.

En 2006, los maoístas habían acorralado al Ejército en las principales ciudades y estaban a las puertas de Katmandú. En esas 'zonas liberadas' la guerrilla había establecido sus comunas y cooperativas agrícolas, sus escuelas, impuestos, dispensarios y tribunales populares donde se aplicaban ejecuciones sumarias. A pesar de tales abusos, los maoístas se aliaron con la oposición democrática en abril de 2006 para doblegar al autoritario rey Gyanendra, que cedió el poder ante las multitudinarias manifestaciones en su contra, en las que murieron una veintena de personas tiroteadas por el Ejército. Gracias a dicha unión, se firmó ese mismo año un acuerdo de paz que ha derivado en los comicios de abril y en la abolición de la monarquía.

Programa político

Ahora, los maoístas, ganadores de aquella votación, deberán poner en marcha un programa político del que sólo han desvelado su reforma agraria, que expropiará las tierras a quienes superen un límite para que los campesinos las cultiven y sean más productivas.

A pesar de su inspiración y de que los retratos de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao están presentes en cada mitin, el antiguo guerrillero ha creado su propia ideología, la «vía de Prachanda». «Queremos ir del capitalismo al socialismo», ha declarado el pragmático Prachanda, quien aboga por «un nuevo modelo mixto que combine el socialismo y la economía de mercado, ya que no podemos obviar la globalización ni copiar un solo sistema».

En su punto de mira está el extraordinario crecimiento económico de China, del que quiere evitar sus grandes diferencias sociales. Enarbolando la socialdemocracia, los maoístas aseguran que respetarán la propiedad privada, la capitalista economía de mercado y la religión, pero pretenden acabar con el feudalismo de los terratenientes, la corrupción de la burocracia y la dependencia exterior.

A su favor, Prachanda tiene el apoyo popular, pero, en su contra, luce una etiqueta política basada en el marxismo-leninismo y el maoísmo que genera rechazo en Occidente, donde Estados Unidos sigue incluyendo a este grupo dentro de su lista de organizaciones terroristas. En su objetivo por alcanzar la estabilidad, todas las fuerzas políticas apuestan por mantenerse unidas para demostrar que Nepal puede funcionar sin la monarquía, pero ya están surgiendo unas divisiones a la hora de formar Gobierno que amenazan con provocar una nueva crisis.