Opinion

Traición y formas

Ya no se traiciona como antes, ahora basta con enviarle un sms a tu compañero de partido. Antiguamente para ser un traidor se necesitaba, incluso, algo de valor. El más famoso de toda la historia, Judas, tuvo el aplomo de besar a Jesús. Un poco antes, Bruto había empuñado la espada para asesinar a Cesar. Ya en nuestra tierra quien no recuerda el alevoso asesinato del Rey Sancho II a manos de Bellido Dolfos. La norma era; siempre en persona, nunca a distancia.

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En estos tiempos en que vuelan dardos entre los políticos populares, uno echa de menos las buenas maneras, siempre necesarias, incluso para traicionarse. Desgraciadamente en política se perdieron hace tiempo y en ella abundan hoy más los malos que los buenos modos. Prueba de ello es el episodio, vivido casi en directo, de traición política vía sms perpetrada por el popular Elorriaga hacia su jefe. Estas formas dicen bien poco de quien sólo necesita un sms para acabar con años de camaradería política. Me queda la duda de saber si la política atrae solo a los maleducados o es que si uno quiere tener éxito en ella está abocado a serlo. En la provincia de Cadiz, siempre en vanguardia en esta materia, hemos exportado maestros de la categoría de Pacheco y disfrutamos de excelentes catedráticos como Barroso o Cabaña.

No debiera ser así, la política es la profesión con mayor proyección pública, por lo que quienes la ejercen deberían esmerarse en sus comportamientos que son percibidos, para bien y para mal, como modelos sociales. Las formas son importantes, actúan de freno a nuestros ímpetus, matizan los comportamientos y protocolizan los conflictos, y por eso también la traición debe tener las suyas.

Pero todo tiene su lado bueno, a poco que Rajoy aguante firme unas cuantas traiciones más, tendrá bastante despejado el camino hacia el centro. Mientras no amaine el temporal le ayudaría pensar, como Eduardo Galeano, que la realidad no es una fatalidad sino un desafío.