ARTÍFICES. Imagen de los empresarios que han puesto en marcha la idea con uno de los reportajes. / COLPISA
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Nace una empresa que, a través de servicios periodísticos a domicilio, hace biografías por encargo para que se preserve la memoria del cliente

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En una ocasión García Márquez escribió que a los ancianos hay que recordarles que «la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido». Un olvido que acompaña impasible el paso de las vidas anónimas y que la tecnología actual, basada en el almacenamiento masivo de datos, no ha podido combatir.

En tiempos en los que la memoria histórica es debate público, un grupo de periodistas, documentalistas, caligrafistas y retratistas han creado Memoralia, una empresa pionera dedicada a preservar el recuerdo de cualquier persona a través de las biografías por encargo. En línea con las últimas tendencias sociales que consisten en universalizar los servicios en moda, alta gastronomía o aerolíneas (vuelos low cost), Memoralia apuesta por popularizar los homenajes periodísticos reservados tradicionalmente a personalidades de renombre. Se trata de elevar al ciudadano anónimo como objeto de narración y evitar que la memoria individual se diluya entre tanta vorágine informativa. Para ello ofrecen la elaboración de biografías en sus diversas manifestaciones, ya sean escritos, audiovisuales o multimedia; en vida o de forma póstuma. Según Jorge Escohotado, antiguo obituarista de prensa y fundador de Memoralia, «las empresas y los colectivos reclaman, cada vez más, nuevas maneras de reconocer el trabajo, el esfuerzo y la dedicación de sus miembros. Y nuestro producto responde a esta demanda».

La idea en sí -democratización de los homenajes públicos- es novedosa en España pero no el mundo anglosajón, donde comienza a tener cierto arraigo el denominado «periodismo a domicilio» o «periodismo personalizado», mediante el cual el informador se convierte en depositario de una vida, en gestor de una memoria. La biografía comienza con una labor de investigación que recoge testimonios de allegados, además de la consulta de otras fuentes documentales, con el objetivo de acumular los datos suficientes en un proceso que dura unos 10 días.

Censura previa

Sin embargo, en el caso de encontrar «algo turbio» en la investigación, «se omiten los detalles que puedan desagradar tanto a quien lo encarga como a quien lo recibe», afirma Escohotado, que entiende esta proceso como «una loa con valor informativo y emocional». El documento puede presentarse con diferentes envoltorios, entre los que destacan el impreso y el audiovisual. En ambos casos hay una amplia gama que va desde los 250 hasta los 2.500 euros. Éste último se puede presentar en una caligrafía manuscrita por uno de los últimos calígrafos que quedan en España y retrato original.