PESAR. Los Príncipes en el acto fúnebre de Vitoria. / EFE
ESPAÑA

Adiós por la puerta grande

Multitudinaria despedida en Vitoria en un acto presidido por los Príncipes de Asturias

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LÁGRIMAS, flores y aplausos para Juan Manuel Piñuel. Hay silencios que gritan y ovaciones que envuelven como un abrazo. María Victoria, la viuda y la familia del guardia civil asesinado y sus compañeros del cuartel de Legutiano salvados de milagro, sintieron ayer la cercanía y el calor de los vitorianos en forma de aplauso sostenido, interminable, cariñoso, de miles de personas -muchas, emocionadas y con lágrimas en los ojos- cuando ocho de sus camaradas llevaban a hombros el féretro envuelto en la bandera española hacia la puerta principal de la catedral nueva de Vitoria. Fue emotivo y largo, como el templo neogótico, con sus 118 metros de longitud de ábside a pórtico, la segunda catedral más grande de España, en la que caben 15.000 personas.

«Hace unos años, los guardias civiles y los policías asesinados recibían un funeral rápido y sin gente, casi clandestino», le indica el periodista a un joven agente de la Benemérita que ha ido a decir adiós a su compañero.

«Pues ahora ya lo ve, por la puerta grande», dice el agente, satisfecho y orgulloso.

Presencia

Fue un funeral de Estado presidido por los Príncipes de Asturias. Nadie de la familia real había asistido antes a alguno de los 45 entierros causados por ETA en Álava desde 1975. Los últimos, fueron los de Fernando Buesa, Jorge Díez y Máximo Casado, en el año 2000. Ayer acudieron la vicepresidenta Fernández de la Vega, los ministros Carme Chacón y Pérez Rubalcaba, el presidente del Senado, Javier Rojo, y el lehendakari, Juan José Ibarretxe. También estuvieron presentes la portavoz del PP, Soraya Sáenz, el coordinador de IU, Gaspar Llamazares, María San Gil, Patxi López, José Blanco, José Antonio Alonso, y una nutrida representación de todos los partidos democráticos, y mandos de la Ertzaintza, de la Policía Nacional, de los tres ejércitos y de las fuerzas de seguridad de Francia, Italia y Portugal.

'Marcha fúnebre'

Antes de que ocho compañeros introdujeran a hombros el féretro del agente asesinado, una formación de la Guardia Civil rindió honores en la explanada del pórtico catedralicio. Una banda de la Benemérita interpretó la 'Marcha fúnebre' de Chopin y el himno nacional.

La ceremonia eclesiástica también fue muy solemne y cantada. Más de una veintena de sacerdotes acompañaron al obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, que leyó una homilia de enérgica condena del atentado. «Traemos un sentimiento general de rechazo y de rabia contenida contra los autores y los cómplices, el sufrimiento atroz de los familiares que sienten se les ha arrebatado injustamente de su lado un ser querido inocente, el padre, el esposo. Y la sensación de hartazgo que sienten millones de personas ante un nuevo atentado criminal de ETA», dijo el obispo de la capital alavesa.