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Discrepancia sobrevenida

María San Gil, según sus dos compañeros de ponencia, estaba totalmente de acuerdo con el texto que «se cerró el domingo por la tarde», muy poco antes de que la líder del PP vasco expusiera en un comunicado discrepancias «fundamentales» y regresara a Euskadi. Su silencio, unido a su desplante, ha conmocionado a su partido, especialmente a las filas de Mariano Rajoy, y desatado desde todas las facciones elogios a San Gil que en algún caso bordeaban la sacralización del personaje.

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La ponencia contiene el ideario político a debatirse en el inminente congreso del PP, y fue presentada ayer en público en medio de una gran expectación mediática. Ante la ausencia de la ponente vasca, sus dos compañeros, Alicia Sánchez Camacho y José Manuel Soria, protagonizaron la ceremonia, leyeron los veintitantos folios del texto y aseguraron que San Gil nunca se mostró disconforme. Hizo propuestas, incorporadas a la ponencia, y trabajó leyendo, analizando y reflexionando «como se realiza en el seno de cualquier ponencia», afirmó Sánchez Camacho. «Yo misma -añadió esta ponente- cerré personalmente el domingo por la tarde con María San Gil el documento consensuado».

El sector popular más afín a Rajoy estaría considerando a estas alturas que la de María San Gil ha debido ser una «discrepancia sobrevenida», y a la que podría encuadrarse en el marco de las hostilidades desatadas contra Rajoy por el sector del partido que se considera guardián de las esencias. (Esencias en cierto modo aznaristas y que sólo se diferenciarían de las que perfuman al resto de los partidos democráticos en la forma de defenderlas, tremendamente adusta, desabrida). En el texto de la ponencia están anunciados los principios que el PP defiende, y ninguno de ellos falta en el PSOE, sobre todo en lo referente a la unidad de España.

Mientras dure el silencio de María San Gil va a ser difícil entender su discrepancia fundamental con una ponencia que al PNV lo pone a parir, con perdón, que el PNV condena el terrorismo, pero que todos sus actos desmienten sus palabras, que ningún Gobierno autorice negociación alguna con representantes de la organización terrorista ETA y que jamás permita que ningún partido político vuelva a representar a la organización terrorista ETA en las instituciones. No sólo el PNV sale malparado de la ponencia popular sino también el PSOE, por su abandono del Pacto antiterrorista, que habría legitimado a la banda.

También menciona la ponencia la alocada subasta de España, de la que serían responsables tanto los nacionalismos como el PSOE. Se emplea un lenguaje que mantiene el estilo dialéctico de las dos últimas legislaturas, lo que no debiera infundir sospechas en los dirigentes de ortodoxia marmórea. Pero sospechas entre esos ortodoxos, haylas, y no por lo que diga la ponencia, que viene a ser un borrador modificable a lo largo del congreso de junio, sino por alguna consigna que se hubiera esparcido discretamente entre los parlamentarios populares, la de suavizar las habituales arremetidas del PP contra los nacionalismos, en sayo inicial de una estrategia encaminada a recuperar espacio electoral en Cataluña y en Euskadi. A ver que dice María San Gil cuando se disponga a hablar.