SU CAMISETA. Tras jugar en el Cádiz, Fali pasó por el Manchego, Córdoba, San Fernando y Chiclana.
Cádiz C.F.

Una vida en diez minutos

Fali Benítez recuerda con LA VOZ su estelar aparición en el Cádiz-Real Sociedad de la temporada 92/93, donde sus dos goles dieron la vuelta al marcador

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Aquel partido resume lo que fue mi vida en el Cádiz». Lo dice Fali Benítez, aquel revulsivo que tuvo el equipo a principios de los 90. De entre sus recuerdos, guarda con cariño un encuentro en el que, para variar, salió desde el banquillo para solucionar una papeleta.

Sucedió en Carranza. Corría el minuto 78 de partido entre el Cádiz y la Real Sociedad de la jornada 29 de la temporada 92/93. Los locales perdían 0-1, un resultado que les llevaba a Segunda. Detrás de los banquillos (en donde entonces calentaban los reservas), Fali Benítez se ejercitaba mientras escuchaba ánimos desde tribuna y su nombre coreándose desde el fondo sur. «Aunque no lo necesitaba porque ya tenía el cariño de la grada era el momento de ganarse al personal. Había un ambientazo», dice todavía emocionado. Y dicho y hecho. Diez minutos en el campo y dos goles que le sirvieron al equipo para agarrarse a Primera una semana más. «Tengo el partido en la memoria. Tenía una sed tremenda por hacer goles y es-taba convencido de que iba a marcar. Salí al campo sin nada que perder y el primer balón que recibí lo convertí en gol. Fue un centro de Barla que cabeceé desde fuera del área. Un golazo, el mejor de la jornada», promete.

Tan agradecido estaba a la afición que tenía pensado celebrar con ella el tanto sin percatarse de que el empate de nada le valía al equipo. «En mi subconsciente estaba dirigirme hacia las Brigadas para celebrar el gol con ellos pero me arrepentí en lo alto de la valla publicitaria para volver a mi campo. Casi me caigo porque tuve que frenarme en lo alto de la valla», dice bromeando.

El desideratum llegó después. A cinco minutos del final, el chiclanero trenzó una jugada con Kiko para finalizarla con un disparo consiguiendo su segundo gol y el de la victoria amarilla. «Ya sí que me dirigí hacia las Brigadas, saltando por todas las vallas hasta llegar al fondo donde estaban puestos en el antiguo estadio», rememora.

Si Fali ya cautivaba con su juego al aficionado, aquel día fue el delirio. «Cuando iba a salir del estadio y ví la que había formada fuera (en la puerta de tribuna) decidí salir por una de las puertas de fondo sur para evitar a la muchedumbre», comenta. Y es que el jugador ya sufrió en su piel el asedio al que fue sometido en la Plaza del Ayuntamiento cuando el equipo festejó la salvación en la promoción ante el Figueres.

Sin primas

Con el tiempo, tuvo la oportunidad de reencontrarse con el portero realista Yubero al que batió por dos veces aquella tarde. De esa conversación, Fali comenta que que le dijo que por su culpa, los realistas se habían que dado sin cobrar una prima porque esa derrota supuso que el onde donostiarra se quedara sin UEFA.

Inexplicablemente, Fali no tuvo continuidad en el once la semana siguiente en la que el Cádiz certificaba su descenso. «Aquel partido reflejó mi vida en el Cádiz, siempre salía desde el banquillo y aunque no me disgustaba el apodo de revulsivo me molestaba que cada vez que salía cumplía mientras los que estaban jugando no lo hacían».

De su salida del Cádiz no guarda buenos recuerdos. Carga contra Cacho Heredia por ser el entrenador que le despreció pero lo que más le dolió, asegura, fue ver como los medios de la época pagaron con él, entre otros, el descenso a Segunda B. «En Primera estuve cobrando tres millones y medio (menos del salario mínimo) y nunca me quejé. Sólo quería jugar en el Cádiz sin hacer caso a las ofertas que me llegaron».