EL COMENTARIO

El empleo va a estar duro, duro

El aspecto económico de mayor repercusiones sociales durante los próximos años va a ser, sin duda, el aumento del paro. Estamos acostumbrados a que el fuerte crecimiento económico no sólo tenga capacidad de emplear a los jóvenes que acceden al mercado laboral, sino también a miles y miles de inmigrantes que se han ido incorporando en el último decenio. Gracias a ello logramos que el índice de paro descendiera de ese fatídico 10 por ciento que durante mucho tiempo pareció imposible rebajar.

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Sin embargo, vamos a asistir en pocos meses a la recuperación de ese 10 por ciento y a una espectacular remontada del índice de paro. Las alternativas dispuestas por el Gobierno para compensar la inevitable y fulgurante caída de la actividad inmobiliaria no están funcionando o lo hacen a un ritmo mucho menor del que sería necesario. La Ley de Dependencia está resultando mucho más difícil de aplicar de lo que se había pensado -y no sólo por los recelos que provoca entre las comunidades no gobernadas por el PSOE-. Los puestos de trabajo que está generando esta Ley son muy inferiores a los previstos en estas fechas.

La vuelta de los inmigrantes a sus países de origen no es cosa fácil porque no hay confianza sobre el futuro fuera de España entre quienes un día decidieron abandonar su familia y su país en busca de una vida mejor. Tras el esfuerzo invertido, no les compensa retornar por el riesgo a volver al mismo y doloroso punto en el que se encontraban hace diez o quince años. Por mucho que ahora se encuentren en situación de paro.

El cambio de modelo productivo, que pretende el Gobierno y quiere protagonizar el polémico ministro Miguel Sebastián desde el Ministerio de Industria, será una larga tarea que no puede improvisarse. Tendremos, por tanto, que hacernos a la idea de que vamos a vivir un continuo y grave deterioro de los datos de empleo, con todo lo que ello supone de dificultades e incluso tragedias personales y familiares. El creciente aumento del paro va a poner en evidencia, como ha ocurrido en otros países, la falta de versatilidad de la mano de obra autóctona, no dispuesta a ocuparse en labores que ha delegado en la población emigrante, pese a que ello le supondrá engrosar las cifras del paro. Por desgracia, no todos tienen la facilidad para encontrar un puesto de trabajo de la que hacen gala algunos políticos, ante su incapacidad para soportar otros cuatro años en la siempre desagradecida, oscura y correosa tarea de hacer oposición.