PAN Y CIRCO

Papeles cambiados

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l papel de un árbitro no es otro que eso, arbitrar. Que se cumplan las leyes y pasar lo más desapercibido posible. Pues bien. El señor que pitó el domingo en Carranza tomó el papel de protagonista y manipuló el resultado, ya que si pita el penalti que todo el mundo vio y expulsa al portero -era el último-, creo que otro gallo hubiera cantado. Además, estoy seguro de que, sabiendo en todo momento lo que hacía, pues casi todos los árbitros, cuando el partido es televisado, intentan enterarse en el descanso de cómo va su actuación. Y este señor se enteró, pues la segunda parte fue todavía peor que la primera. Como diciendo «pa chulo yo», manejó el partido y el reglamento como le dio la gana. Lo más penoso de todo esto es con la tranquilidad que actúan estos señores, sabedores de que hagan lo que hagan, no recibirán ningún tipo de sanción. Por más que un club se queje, por más que las pruebas sean clarísimas, nada de nada. Es vergonzoso que estos señores tengan en sus manos, la suerte y hasta la supervivencia de los clubes de fútbol y de los profesionales que conforman sus plantillas. Pues aunque esto puede que sólo sea un juego, para los que viven de el no lo es. Eso también trae que los aficionados que van a hacer su papel, que no es otro que él de disfrutar de un día de fútbol y animar se enfaden y cabreen. Y si la violencia no está jamás justificada, la protesta sí lo está. Y al acabar el partido vayan a protestar al árbitro su penosa actuación. Y con ello hacen aparecer a los agentes de seguridad, cuyo papel es el de apaciguar los ánimos y evitar males mayores. Y que el domingo también cambiaron los papeles, y como bomberos que echan gasolina a un incendio calentaron más los ánimos del respetable, con sus carreritas y sus malas maneras. Que parecía que iban a intervenir en un tiroteo más que en apaciguar a un grupo de señores que protestaban. Represión policial en toda regla. Señores, hagamos cada uno nuestro papel que, si no, terminamos todos perdiendo los papeles.