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Las primarias y el arroz

Entre los amigos que me quedan, cuyas vidas guarde Dios muchos años, todos incluyen la conversación en el apartado de las bellas artes. No vamos a reunirnos para beber a palo seco. Hablamos de todo lo divino, de todo lo humano y, en ocasiones, de todo lo deshumanizado, por ejemplo de política. Yo escucho, pero no con el deseo de aprender, sino de no transitar esos oscuros vericuetos donde «al más astuto nacen canas» y al más simple acaban colocándolo en alguna Diputación. Ahora algunos amigos hablan de las primarias y otros del precio del arroz.

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Diputados y dirigentes del PP se suman a la petición de que haya primarias, donde tanto cambian las mareas de opinión. Otros no son en absoluto partidarios, ya que prefieren navegar por aguas tranquilas, aunque estén turbias. Junto a los que apoyan la opción madrileña, están los que sólo la califican de «interesante» y al lado de éstos figuran los que repudian el proyecto diciendo que son propias de regímenes presidencialistas y no han estado jamás en lo que ellos llaman «la cultura del PP».

Como lo primero es lo primero, el arroz es el protagonista minucioso de otras conversaciones. ¿Será posible que vaya a alcanzar su precio récord precisamente en tiempo de crisis? Ya sé que no constituye el alimento básico de diputados y dirigentes, pero no hay que dejar a dieta a todos los que no cobran dietas cada vez que se reúnen. En Estados Unidos han restringido su venta y ya sabemos cómo repercuten las cosas del Imperio en esta lejana provincia.

De mayor trascendencia colectiva me parece el futuro de las paelleras que el potaje que se esté guisando en las pobladas cocinas del PP. La ONU ha pedido una ayuda extra de 320 millones para afrontar la escalada de los precios de los alimentos indispensables. A los políticos no nos importa que se les pase el arroz.