Cádiz C.F.

Una rivalidad a base de piques

Los últimos enfrentamientos entre Cádiz y Sporting de Gijón han despertado rencillas entre dos equipos que tienen en Oli la base de una reciente enemistad

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Cádiz y Sporting de Gijón no han tenido, ni tienen ni han de tener ningún tipo de ri-validad. Pero de la misma forma no es menos cierto que en los últimos años sí se ha dejado notar (sobre todo en El Molinón) un cierto pique entre dos equipos que nunca la han tenido.

Desde Gijón se asegura que ese hipotético enfrentamiento tuvo su lugar de origen el mismo día en el que Oli se sentó en el banquillo visitante de El Molinón como entrenador del Cádiz. Aquel día el recibimiento al ex delantero del Cádiz fue de lo más hostil y se hizo ex-tensible al equipo amarillo. Oli no pudo ni tan siquiera salir del banquillo para dar órdenes a sus jugadores debido a los insultos que recibía desde la grada y a la más que posible caída de objetos al campo. De hecho, el mismo Oli confesaría en rueda de prensa que decidió permanecer en el interior del banquillo para no provocar a los vándalos que tenía sentados justo detrás. Vamos, algo parecido a lo de Figo en el Camp Nou pero con notables diferencias que dijeron muy poco de una afición sportinguista que no respetó a un profesional como Oli mientras desempeñaba su trabajo en el área técnica. Su condición de ovetense y su pasado oviedista no pasó por alto en la afición gijonesa.

Para colmo el partido fue de lo más raro. Continuas alternancias en el marcador, penaltis, expulsiones y una remontada de órdago del equipo local provocó que el ambiente en la grada se desorbitara con la consiguiente subida de adrenalina sobre el terreno de juego. Y claro. Los rifirrafes y las broncas entre los jugadores estuvieron a la orden del día.

La Copa encendió la mecha

Aquel partido -que le costó la destitución a Oli- estuvo precedido por un choque copero en Carranza y en donde los sportinguistas sufrieron un arbitraje deleznable. La invención de un penalti a favor del Cádiz por parte del colegiado cuando no fue más que una falta fuera del área no hizo más que calentar a un jovencísimo conjunto asturiano que vería como más tarde Abraham Paz se beneficiaba de otra pena máxima. El Sporting quedaba eliminado de la Copa en el primero de los partidos locos que estos dos conjuntos iban a mantener.

Pero de entre tantos partidos locos entre gaditanos y gijoneses hubo uno donde primó el orden y hasta el aburrimiento por lo poco que había en juego. La vuelta de aquel 5-4 que se jugó en Carranza, ya con Jose González en el banquillo cadista, no se pareció en nada al trepidante encuentro de El Molinón. Sólo un golazo desde fuera del área de Pablito Hernández quedaría en la retina la afición cadista. Como todo juego entre amigos, la cosa quedó en empate.

Fue en la decimocuarta jornada de la presente campaña, y coincidiendo con la visita a Gijón, donde los cadistas comprobaron que aún quedaban rescoldos del fuego avivado por la llegada de Oli. Ya sin el ovetense en el banquillo ni en el club, el Cádiz quedó im-presionado por el clima hostil que de nuevo salía de la grada asturiana. Para colmo, el desarrollo del encuentro no ayudó a calmar el ambiente. Tres expulsiones, penaltis, continuas tanganas y entradas a destiempo hicieron el resto para que aquello terminara como el rosario de la aurora y con un 3-2 en contra del Cádiz.

Que la rivalidad no va más allá de lo deportivo queda claro con las palabras de Manuel Preciado, entrenador del Sporting. «Los partidos contra ellos han sido duros y no exentos de polémica, pero es algo anecdótico y que se produjo a raíz de que Oli les entrenara. Pero nosotros no les tenemos ninguna animadversión ni nada por el estilo y creo que eso es recíproco», aseguraba el técnico cántabro quedando patente el pique entre ambas plantillas y que no entre aficiones.