Libros, escritores y políticos
Más de ¿80.000! libros se editan cada año en España de toda índole. Uno que ama a los libros hasta el extremo, y considera que ninguna tecnología podrá anular el placer inefable que experimentamos los que desde hace décadas por compartir ese amor con nuestros mayores desde nuestra infancia, compartimos los auténticos maestros que nos la siguieron inculcando aún en momentos de implacable censura, vemos como desde el siempre anhelante deseo de la hermosa libertad de expresión para todos, y especialmente en los últimos lustros, -excepción hecha de muy destacables referentes literarios de proverbial documentación-, cómo no pocas veces la calidad ha sido superada por la cantidad de quienes han hecho suya una frase de muy dudosa entidad «¿y yo porqué no voy a poder escribir un libro?»
Actualizado: GuardarY la pregunta surge, ¿cuántos de estos libros perdurarán con el paso del tiempo? ¿Todo los que ejercen ese difícil cometido están facultados para ello? Los que lo estén despertarán la atención en los que nos consideramos empedernidos lectores y ejemplos muy cercanos hay que lo ratifican plenamente por su laboriosa gestación. Otros a nivel nacional hacen realidad más que nunca lo expresado en su día por el controvertido como sabio Jorge Luis Borges: «Si paso a la posteridad, será por los libros que he leído, no por los que he escrito».
La a veces pasajera fama avala un título por la sola firma de un autor de moda, impide la justa edición condenando a la alacena del inícuo olvido otros textos que jamás serán publicados, por razones de prolija enumeración.
¿Y nuestros poderes públicos -incluidos los que ejercen la leal oposición por supuesto-, contribuyen a que la cultura, el libro por tanto, no continúen siendo «el furgón de cola» ya habitual, -como dijo un afamado escritor de habla española, a no ser que algún acto muy puntual al asistir los medios de comunicación haga «más viable» el que estos administradores del erario público hagan acto de presencia de forma aislada?
