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Vuelta de Hoja | La casa de los líos

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Quizá haya formas más adecuadas y sobre todo menos ruidosas, para paladear las mieles de la derrota. Los comensales del PP recuerdan a aquel personaje de Julio Camba, que sorbía estruendosamente, al que el señor de al lado le dijo:

–Es la sopa mejor que he oído nunca.

Ocurre que esa formación política agrupa a gentes que, por su propia inclinación, jamás hubiera formado grupo. Dicho de otra manera: no puede hacerse un coro entre personas que sólo tienen una cosa en común: que han olvidado la melodía de su época. Ahora se traen una trifulca que nos afecta a todos. Presenciamos la bronca no ya los clientes del bar, que estábamos tomando una copita, sino los que se pelean en el mostrador. ¿No será porque el PP tiene muchos dirigentes que son impopulares y otros, de dudosa popularidad, que desean serlo cuanto antes? Soy un mero observador y estoy mucho mejor dotado para sufrir los avatares de esa «tarea desalmada» que es la política que para intervenir en ella, pero deploro que me den malos ejemplos de conducta personal. ¿Nunca tendremos en España un sereno partido liberal, conservador de lo que sea digno de conservarse? Se comprende que en el seno del partido haya discrepancias, pero no que haya un áspid como en el seno de Cleopatra, según aseguran los que no vieron ninguna de las tres cosas.

Me trae con cuidado el rumbo que emprenda la querella política. Sea el que sea lo sufriré por poco tiempo, pero para equilibrar el combate no es bueno el broncazo de Génova, que es la casa de los líos. Son muy torpes y además se han equivocado algunos de siglo, que es lo peor que le puede pasar a un político, aparte de elegir ese oficio. Quien aspire a ser bombero no debe consentir que le pisen la manguera.