BRUSELAS. El presidente del BCE y Solbes, antes de una reunión.
Economia

G-7: el sueño imposible de la economía española

Los últimos datos del FMI echan por tierra la aspiración de las siete mayores potencias de entrar en el grupo

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LA economía española roza desde hace años con la yema de los dedos su aspiración de formar parte del grupo de las siete economías más importantes del mundo: el todopoderoso G-7, integrado por Estados Unidos, Japón, el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá e Italia. De hecho, durante mucho tiempo se ha podido escuchar hasta la saciedad -eso sí, sin resultados- cómo nuestro país ha sido la octava o novena potencia económica mundial, peleando siempre con Canadá por una u otra posición.

Desde que José María Aznar se convirtiera en 1996 en presidente del Gobierno, las sucesivas intentonas de reclamar una silla en el G-7 han sido frustradas. El actual jefe del Ejecutivo, José Luís Rodríguez Zapatero, tomó el relevo en ese objetivo cuando entró en La Moncloa en 2004 y lo ha reivindicado en los últimos años con el mismo nulo resultado. Echando la vista atrás, hasta Francisco Franco hablaba en plena dictadura de que España era la octava potencia económica del mundo.

Sin embargo, últimamente varios indicativos no han hecho más que tirar por tierra las aspiraciones españolas de hacerse un hueco dentro de este selecto club, en el que algunos de sus miembros, como Canadá o Italia, mantienen intacto su puesto. Lo cierto es que las últimas estimaciones realizadas por las más prestigiosas organizaciones internacionales no terminan de ver a España en dicho grupo, incluso la colocan fuera de las diez economías más potentes del planeta, situándola, por contra, en un deslucido undécimo puesto.

El principal problema por el que España siempre ha construido castillos en el aire es que ha utilizado un baremo distinto al que usan el resto. Así, ha defendido de forma reiterada que es la octava economía del mundo porque siempre ha tomado como referencia el Producto Interior Bruto. En base a esa variable, en 2007 el PIB de España alcanzó los 1,05 billones de euros y, una vez más, superó al de Canadá, el socio más débil del Grupo de los 7.

Claro está que la fórmula sólo funciona para el Gobierno de nuestro país, porque para instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial (BM) estos números no son del todo objetivos.

Criterios diferentes

Con un simple vistazo, es cierto que en la comparación tradicional utiliza los tipos de cambio que marca el mercado y los traduce a dólares. El problema es que mediante esta metodología se aplican los tipos a bienes y servicios que no participan en el comercio internacional ni, por tanto, en su formación.

Por eso, los últimos resultados dados a conocer por el FMI hace unas pocas semanas emplean un complejo conjunto de instrumentos desarrollados por la propia institución, con ayuda del Banco Mundial, la OCDE y la Comisión Europea. Mediante este sistema se determina, por ejemplo, que el euro está sobrevalorado, por lo que sus estadísticas restan un peso importante a las economías de la zona con moneda única.

La medición de las economías en paridad de poder de compra ha provocado la reubicación de buena parte de los países en el 'ranking' mundial. Por ejemplo, China e India son los más beneficiados, ya que generaron el 11% y 4,5% del Producto Interior Bruto mundial, ocupando así el segundo y cuarto puesto, respectivamente. Estados Unidos sigue manteniendo la medalla de oro, aunque la debilidad del dólar le resta algo de fuerza. Por su parte, Alemania pasa al quinto puesto y el Reino Unido al sexto lugar, según los datos correspondiente al año pasado.

Con este panorama, España, que continúa ocupando el octavo puesto según su PIB calculado con tipos de cambio de mercado, se coloca undécimo si se toma como referencia su Producto Interior Bruto medido en paridad de poder de compra. Pero no todo son malas noticias. Según este sistema, Canadá continúa por detrás, en el decimotercer puesto, e Italia en el décimo.