REGRESO. El mítico intérprete y músico Chet Baker.
Cultura

Un americano en París

El sello Barclay recoge las grabaciones que Chet Baker dejó de sus actuaciones en la capital gala entre 1955 y 1956

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Durante décadas, y aún hoy, las visitas a Europa se convirtieron para los músicos de jazz en incursiones en un mundo donde se les respetaba y admiraba, a diferencia de numerosos lugares de Estados Unidos en los que el jazz apenas gozaba de consideración cultural o artística. La presencia de músicos como Miles Davis, Kenny Clarke o Bud Powell en el Viejo Continente deparó sabrosos episodios musicales que quedaron registrados para la posteridad en sesiones discográficas, en estudio o directo, estimuladas por tan excelente acogida.

La visita del trompetista y cantante Chet Baker (1929-1988) en septiembre de 1955 para iniciar una larga gira europea acercó a Paris al entonces príncipe del cool-jazz, patrocinado tanto por una meteórica trayectoria como por su elegante imagen de nuevo James Dean. En la sombra, Baker vivía una tortuosa aventura con la heroína -que a la postre lo llevaría a la muerte-, compartida con otros miembros de su grupo como el valioso pianista Dick Twardzik, quien actuó de revulsivo para que Chet abandonara la seguridad de ciertos modelos musicales para progresar sobre ámbitos más abiertos y arriesgados. El vértigo francés acentuó la locura del líder situándolo en un punto de desequilibrio personal compartido con casi todos los miembros de su grupo. Paradójicamente, tal estado deparó algunos de los mejores capítulos discográficos de su irregular crónica, comenzando con los cinco temas grabados el 11 de octubre de 1955 en los parisinos estudios Pathé-Magellan para la etiqueta creada por el matrimonio Barclay.

Entre esa fecha y el 15 de marzo de 1956, Chet Baker registró una colección de interpretaciones, en formatos que van del cuarteto a la orquesta pasando por el quinteto, donde, además de los músicos norteamericanos que lo secundaron en la gira -Jimmy Bond, Peter Littman o el mismo Twardzik-, también intervinieron notables del jazz galo como René Urtreger, Bobby Jaspar o Pierre Michelot. La muerte por sobredosis de Twardzik en octubre de 1955 rompió una prometedora asociación aunque no impidió que Baker prosiguiera con una serie dominada por un toque melancólico e introspectivo de profundo nivel expresivo.

Después de numerosas ediciones parciales segmentadas en álbumes o cajas recopilatorias, los ocho CDs Chet Baker In Paris. The Complete 1955-1956 Barclay Sessions (Barclay - Universal; 2008) arrojan ahora la mirada más pormenorizada a aquellos excelentes registros. Con cada CD dedicado a una sola sesión, independientemente de su duración, y presentada en una excepcional caja secundada por un libreto de 84 páginas generosamente ilustrado y enriquecido con entrevistas y ensayos, la secuencia cronológica muestra no sólo las tomas -ahora remezcladas- anteriormente publicadas sino que también recupera catorce temas inéditos (ocho completos y seis incompletos), entre los que se encuentran diferentes tomas alternativas, a veces de apenas segundos, escudadas en su perfil documental. El recorrido permite recrearse tanto en la esencia como en la anécdota de aquellas reivindicadas cintas, arropadas por el fetichista encanto del cofre.

Una detallista radiografía de la fase vital y creativa de un músico singular, atenazado hasta el abismo por su dependencia de las drogas, aunque sobrado de carisma y talento para gozar de voz propia en el parlamento jazzístico.