Los dos acusados, antes de conocer el fallo que los condena a ocho años. / ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

Los dos jóvenes que provocaron el fuego de Lacave aceptan una pena de ocho años

La Fiscalía rebaja su petición de 17 años porque los acusados reconocieron los hechos y no tuvieron la intención de provocar tantos daños en vehículos y pisos

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Fue una vista oral rápida, gracias al acuerdo alcanzado por las partes en el preludio del juicio. Los dos jóvenes acusados de incendiar una treintena de vehículos en la calle Julio Rico de Sanz han sido sentenciados a ocho años de prisión. En el interior de la sala de la Sección Primera de la Audiencia reconocieron no sólo la autoría del fuego sino también cuál era su verdadero objetivo: distraer la atención de la Policía para perpetrar un robo en una tienda de informática en Intramuros, en la otra punta de la ciudad. Con esta confesión, el Ministerio Fiscal rebajó sensiblemente su petición inicial de pena, que consistía en 17 años de prisión para cada uno, fijando una nueva de 8 años, que fue aceptada por las defensas.

El inicio del juicio se retrasó porque uno de los dos procesados no fue conducido desde la prisión de Puerto II al edificio judicial a la hora prevista. Además, las partes estuvieron acercando posturas, teniendo en cuenta la elevada pena solicitada por el Ministerio Público. Finalmente se celebró la vista oral, pero apenas hubo interrogatorios. Daniel González de Palacios, de 19 años, le reconoció al fiscal que él fue quien manipuló el motor de un ciclomotor estacionado en la zona de Lacave para que cayera al suelo el combustible y prenderlo con un mechero. No negó tampoco que esta maniobra sólo buscaba atraer a las patrullas policiales para poder robar en la calle Ancha con más tranquilidad.

Su letrado tan sólo insistió en un matiz que no había sido introducido en la calificación de los hechos expuesta por el fiscal: que la intención del joven no fue que saliera ardiendo las 23 motos y los siete coches que resultaron afectados con la propagación de las llamas.

El presidente del tribunal, Lorenzo del Río, le preguntó por la distancia que había entre el vehículo manipulado y el resto para saber si el resultado final era previsible. La distancia marcada por el condenado era muy pequeña, tan sólo mediaba «un brazo».

Su compañero en esa noche y coautor de los hechos, José Lunar, de 20 años, corroboró todo lo relatado por el otro acusado, aunque quiso dejar claro que su implicación era menor, ya que no tuvo la iniciativa en la quema del primer ciclomotor.

Una calle, en llamas

El jefe del parque de bomberos de Cádiz, Ignacio Pérez, fue el testigo que describió las graves consecuencias del acto vandálico. Relató cómo el callejón Julio Rico de Sanz estaba «envuelto en llamas» cuando llegaron los efectivos contraincendios. No supo precisar con exactitud hasta qué altura de los tres bloques afectados llegó el fuego, pero sí explicó que fue necesario desalojar las viviendas por el peligro inminente. «La temperatura que se alcanzó era alta y los cristales de las ventanas comenzaron a resquebrajarse». 13 pisos y locales quedaron afectados por el intenso humo y el calor de las llamas.

El tribunal visionó un video doméstico que un vecino grabó durante el incendio. El público asistente y los medios de comunicación no pudieron ver las imágenes por la orientación de la pantalla, pero sí oyeron las exclamaciones de asombro de las personas que presenciaron el fuego y que quedaron grabadas en la cinta.

Los ocho años impuestos a cada uno de ellos es el resultado de la suma de dos penas: 12 meses por el robo perpetrado en la tienda informática y siete años por el incendio. Además, tendrán que realizar trabajos en beneficio de la comunidad durante 31 días por el hurto de la moto que emplearon para trasladarse de un punto de la ciudad a otro en la misma noche de marzo del año pasado. También tendrán que responder los dos procesados a las indemnizaciones que reclaman la mayoría de los afectados y varias casas de seguros, y que oscilan entre los 26.000 y los 300 euros.

El presidente del tribunal les explicó a los condenados que se había tenido en cuenta su joven edad, la cual da margen a una reinserción efectiva en prisión, su confesión y que no habían tenido la intención de provocar tantos años. Daniel González pidió perdón antes de conocer el fallo, el cual provocó las lágrimas de los familiares de ambos procesados.

stubio@lavozdigital.es