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'OT'

Después de dedicar unas cuantas horas de antena -muy bien arregladas- a las pruebas de selección, Telecinco ha romto a emitir la nueva temporada de Operación triunfo, el concurso canoro con aire de reality más exitoso de nuestra pantalla. Lo presenta Vázquez. Esta vez la academia la dirige Llácer. Convocó a menos espectadores que en anteriores ocasiones, pero sigue respaldado por 3,8 millones. ¿Aporta algo nuevo? En realidad, no, salvo la identidad de los concursantes, que ahí reside el gancho de este programa.

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Donde más chicha se le puede sacar al asunto no es en el aspecto televisivo, tan variable, sino en el propiamente musical. No hay persona vinculada a ese mundo que no eche pestes del concurso. Los más constructivos hablan de un «nuevo escenario» al que no hay más remedio que adaptarse; los más ácidos denuncian la omnipresencia de un espectáculo donde las cualidades específicamente musicales retroceden en beneficio de otros argumentos de tipo escénico o incluso publicitario; todos, en cualquier caso, coinciden en señalar que OT ha hecho daño a la música pop y, más concretamente, a los que tratan de ganarse la vida en ese oficio. El programa ha soltado sobre la escena a un puñado de nuevas figuras que han aparecido de repente y que roban galas y conciertos, echándo a los demás a la cuneta del áspero camino que conduce a los despachos de las productoras y las discográficas. Si antes ya había que ser muy bueno para abrirse paso, ahora es todavía más difícil.

Pero, por otro lado, ¿había otro camino para revitalizar la presencia de la música pop en televisión? Todos hemos visto cómo los programas musicales iban languideciendo en los últimos diez años, hasta acabar convertidos en fracaso seguro, como ese No disparen al pianista que todavía boquea en La 2. Aquí la cuestión es que la música comercial ya había dejado de ser argumento televisivo; la época de Aplauso y La edad de oro ha quedado muy atrás, y no había manera de poner la tele al servicio del negocio musical. En ese sentido, lo que ha hecho OT no es tanto cerrar unas puertas como abrir otras.