JOSÉ CORONADO ACTOR

«Los donostiarras llevan la pesadilla en la mirada»

José Coronado recuerda el rodaje de Todos estamos invitados en el campus donostiarra de Ibaeta. Su personaje, un profesor vasco que ha plantado cara a los violentos, entra a clase entre pancartas y miradas de odio. La misma sensación que debían de experimentar los judíos al llegar a Mauthausen. «Rodando aquella escena, con cámaras, focos y todo el equipo técnico, se me ponían los pelos de punta. Hasta me parecía una exageración. Hablé con el rector y los bedeles, y me contaron que era absolutamente fiel».

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-¿Vaciló al aceptar el papel?

-Ni un segundo. Estoy dispuesto a ponerme detrás de cualquier pancarta que proclame el diálogo y la no violencia. Hasta que no rodé Todos estamos invitados no me daba cuenta; yo sólo escuchaba las noticias y oía hablar de víctimas de ETA. No quería saber que la sociedad vasca vive amenazada, muerta en vida, mientras otros miran hacia otro lado. Esta película supone un antes y un después a nivel personal. Que se sepa que, además de las víctimas de la AVT y de los Alcaraces, hay una inmensa mayoría que vive sometida al miedo.

-Su personaje no es un héroe: duda, tiene miedo, estallidos de cólera...

-Es un tipo normal, ni valiente ni listo ni tonto. Representa al ciudadano vasco de a pie. Hablé mucho con Fernando Savater y José María Calleja y me aportaron ideas. Pero quienes me hicieron entender el personaje de verdad fueron los taxistas, los camareros, los porteros... Quería que a través de mi personaje se abriese la ventana a la realidad vasca. Al actuar huí del histrionismo y aposté por la contención.

-Esas conversaciones de txoko reflejan muy bien Euskadi: la intransigencia por pequeñas cosas, no hablar de política...

-Sí. Estás con tus amigos y vecinos, con los que has crecido, y, de pronto, porque piensas diferente, ya no puedes hablar con el padrino de tu boda, simpatizante de ANV. Mi personaje recibe su primera amenaza en la mesa: 'Estas son las últimas kokotxas que vas a comer'. Cuando pregunta a sus amigos nadie ha oído nada. Salvo uno, que le confiesa en el baño que lo ha escuchado, pero que como tiene nietos...

-Por primera vez, el cine muestra San Sebastián como una ciudad bella y a la vez terrible.

-La ciudad es maravillosa, mi ciudad española favorita. Son los ciudadanos los que llevan la pesadilla en la mirada. Hay una secuencia en la que Xabier sueña con que todos los paseantes le miran acusadores. Pues hay quien me ha dicho que ha sentido esa mirada en su día a día.

-Algunos dirán que si usted no es vasco, no tiene derecho a hablar del tema.

-Un intolerante. Yo tengo derecho a hablar de lo que me dé la gana, lo malo sería que dijera que tengo la razón. Vivo en Madrid, y después de pasar dos meses en San Sebastián sé un poquito más del tema.

-Otros no irán a verla, porque ¿qué sabrán estos de fuera!

-Si tienen miedo a verla es que ocultan algo que les remueve. Si durmiesen tranquilos y fuesen tolerantes no se negarían a escuchar lo que dice su vecino. Hasta yo, que en los 70 veía a ETA defendible, puedo aprender de ellos.