Economia

El cerebro de la trama y un encantador de serpientes

El principal responsable del fraude urdió toda una red empresarial para desviar decenas de millones de euros

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«Yo, al fin y al cabo, soy un don nadie». Nadie hubiera puesto en solfa esta afirmación si Antonio Rafael Camacho Friaza la hubiera defendido antes del 14 de junio de 2001, día en el que la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) intervino Gescartera y destapó el mayor escándalo financiero conocido bajo los gobiernos de José María Aznar. Una oscura agencia de valores, a través de la cual urdió toda una trama empresarial para desviar decenas de millones de euros, hizo tambalearse durante meses a la cúpula económica del PP. Detrás de ella emergía un desconocido de aspecto anodino al que gustaba combinar sus cien trajes de Armani con cincuenta pares de gafas a juego.

El dueño y cerebro de Gescartera nació en 1966 en el humilde barrio madrileño de Usera, pero nunca padeció estrecheces. Su padre y maestro, José Camacho Rodríguez, era un ambicioso empleado de Banesto que marcó el camino a su hijo: logró saltar primero al despacho de un agente de Bolsa y luego se hizo con un cargo en el Banco Popular que le dio acceso a los círculos financieros más selectos de la capital pero, según quienes le conocen, nunca dejó de ser un advenedizo entre los verdaderos expertos en inversiones.

Un mal estudiante

El pequeño Antonio tomó buena nota desde el principio. Los más veteranos del Colegio de los Capuchinos todavía recuerdan cómo logró hacerse con la dirección del periódico del centro gracias a su amistad con el director. No fue, con todo, un buen estudiante. Pese a que se presentaba a sus clientes como abogado, las paredes de su despacho no estaban decoradas con sus títulos, sino con fotos de Colombo, el perro San Bernardo al que hacía vivir a cuerpo de rey.

Camacho sólo pudo aprobar los dos primeros cursos de Derecho en sus seis años en la universidad. Como si de una premonición se tratase, no fue capaz de superar asignaturas como Derecho Penal o Derecho Financiero. Además, su última matrícula, correspondiente al curso 1990-91, quedó anulada por falta de pago. Para aquellas fechas, Camacho ya tenía otras cosas en la cabeza. En 1992, con apenas 26 años, fundó junto a su padre Gescartera e inició una huida hacia adelante que ayer volvió a dar con sus huesos en la cárcel, y esta vez por un largo período.

Camacho sacó a relucir en esa época su carácter seductor y unas excelentes dotes para las relaciones públicas. Con estas armas, logró forjar durante la primera mitad de los noventa una tupida red de buenos contactos entre políticos, militares, fuerzas de seguridad, religiosos, altos cargos de la administración y periodistas económicos. La llegada de los populares al poder marcó el despegue definitivo de su negocio. Por fin había alcanzado la 'dolce vita' que ambicionaba desde joven. Y la disfrutó a fondo.

Un BMW, dos Jaguar, un todoterreno, un Mini Morris, dos pisos en Madrid, un chalé en la exclusiva urbanización de La Moraleja, ocho escoltas en nómina, dos chóferes, una cuenta de la que gastaba hasta 60.000 euros al mes, facturas millonarias en artículos de lujo para regalo... Camacho no reparaba en gastos, ni para él ni para los demás. Pero las cosas se comenzaron a torcer en 1999. Su padre falleció y se separó de su primera mujer, la arquitecta Nuria Rodríguez, con quien se había casado en 1994 en la catedral de Cuenca.

Pero la cuesta abajo también fue imparable, pese a que nombró presidenta de Gescartera a una de sus comerciales, Pilar Gimenez-Reyna, para aprovecharse de las influencias de su hermano Enrique, entonces secretario de Estado de Hacienda. Todos los amigos y empleados del exitoso joven terminaron por darle la espalda. Todos salvo Laura García Morey, hija del cantante melódico Jaime Morey, que entró en su empresa como becaria y acabó como novia del jefe, responsable del departamento de gestión y acusada de un delito de apropiación indebida. Ayer, tras escuchar la condena a su marido, lloraba mientras su marido trataba de consolarla.

Licenciado en la cárcel

Camacho estuvo encarcelado en la prisión de Soto del Real (Madrid) entre julio de 2001 y julio de 2004. Allí, además de perder varios kilos y dedicarse a repartir la comida a los otros presos, terminó la carrera de Derecho y comenzó la de Psicología. A su salida, y pese a tener las cuentas embargadas, se casó de forma suntuosa en un famoso hotel, se compró un chalé de lujo en Boadilla del Monte -cuya financiación aún no está esclarecida- y montó una asesoría de inversiones. Su antigua vida, con todo, no volverá. A priori, deberá pasar los próximos once años entre rejas.