CONTUNDENCIA. La policía china disuelve una sentada de monjes tibetanos frente la Embajada de Pekín en Katmandú. / AP
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Pekín apuesta por más represión pese a las advertencias internacionales

Con soberbia y orgullo, el régimen comunista chino continúa con su política de hacer oídos sordos a las advertencias internacionales que le piden contención para acabar con la revuelta tibetana, que ya se prolonga en el tiempo. Así quedó claro en la visita a Lhasa que realizó el lunes el ministro de Seguridad Pública, Meng Jianzhu, quien pidió a la policía y al Ejército que sigan alerta, al tiempo que apostó por fortalecer las «campañas patrióticas» en los monasterios budistas de esta región del Himalaya.

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Aunque Tíbet ha formado parte del imperio chino cada vez que este era tan poderoso como para controlarlo, su población lucha por la independencia desde que, en 1950, el Ejército Popular de Liberación ocupó la zona para anexionársela un año después. Precisamente, la conmemoración del aniversario de la rebelión contra China en 1959, cuyo fracaso obligó al Dalai Lama a exiliarse en la ciudad india de Dharamsla, es la que ha encendido la mecha de las protestas.

Nuevas víctimas

Para continuar con el adoctrinamiento de los monjes budistas el régimen comunista intensificará las clases en las que son obligados a renunciar al Dalai Lama, su máxima figura política y espiritual y a quien Pekín considera su enemigo. Mientras este espera la respuesta del Gobierno chino a su invitación al diálogo, efectuada la semana pasada, las autoridades comunistas no conceden ni un solo gesto que apunte al acercamiento.

Los disturbios se siguen propagando por zonas de Sichuan como Garze. Según la agencia Xinhua, allí murió ayer un policía en un enfrentamiento con manifestantes budistas. Por su parte, el Gobierno en el exilio del Dalai Lama denunció el fallecimiento de un monje, por lo que serían ya 140 las víctimas mortales de la represión. Frente a esta cifra, el Ejecutivo de Pekín calcula que los disturbios han dejado apenas diecinueve muertos.