Chinos

Sillines o sillitas de escaso peso, y fáciles de llevar de aquí para allá, por añadidura, que se pueden adquirir en plena calle a ciudadanos mayormente chinos organizados en parejas: mientras el varón se dedica a la venta del práctico producto, la mujer transporta un carrito de ruedas de goma cargado de sillines a un precio muy inferior a los doce euros. Se puede asegurar que no pocas de estas parejas están realizando el negocio de sus respectivas vidas.

Lo que tendría que dar que pensar en la cúpula de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), cuyo presidente, Santiago Herreros o Antonio Carrillo, secretario general de la institución, por citar dos cargos ejecutivos, suelen quejarse frecuentemente, aunque sin excesiva acritud, todo hay que decirlo, de un pretendido desinterés del Ejecutivo andaluz por el discurrir profesional de la CEA, sus encrucijadas y proyectos.

Pues que vayan tomando nota de los chinos, a los que les sobra imaginación, arrojo y entrega sin pausas ni descansos a ganar dinero a través de la venta de cualquier producto. Porque lo de la sillita plegable es un 'pelotazo' sin precedentes que, posiblemente, contará con numerosos imitadores comerciales en la Semana Santa del año que viene. Pero para entonces que le quiten lo bailado a estos menudos orientales.

Porque esta gente que sigue llegando sin cesar desde la China milenaria está sentando, si no escuela, sí tendencias, terca decisión y un estoicismo desconocido en la cultura andaluza.

Y a partir de ahí, cualquier ocurrencia china es posible. ¿Qué pensará, al respecto, el consejero de Innovación y Desarrollo, Francisco Vallejo? Es más que probable que los andaluces de las próximas décadas tengan más de chinos que de fenicios, iberos o romanos.