Cultura

Pura química en blanco y negro

La exposición 'Un baño de paro' de los alumnos de Gráfica Publicitaria de la Escuela de Arte explora el lenguaje de la fotografía de vuelta al laboratorio

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El objetivo se tiñe de negro. Huele a química. Y engancha. Es el punto de partida de la muestra colectiva Un baño de paro, que puede verse en la sala de exposiciones El Pópulo, en Cádiz, hasta el próximo 29 de marzo; un viaje a los orígenes de la fotografía, a golpe de zoom.

El timón de este viaje, que se sumerge a golpe de imagen en las calles, caras y escondrijos menos reconocibles de Cádiz, lo dirigen quince de los alumnos de Gráfica Publicitaria de la Escuela de Arte.

La desnudez de una mujer abre este recorrido por las sombras, que juega con los extremos del blanco y del negro. Lejos de los laboratorios digitales manejados con ratón de ordenador, la técnica utilizada por Diego Gómez, de 25 años pasa por los químicos y las zambullidas de las imágenes en agrias disoluciones.

«En el laboratorio nada está bajo control. Nunca sabes cómo va a terminar tu trabajo, cuál será el resultado final. Y eso engancha», reconoce el estudiante. Una de las claves de este «enganche», para Diego está en los líquidos que se manejan en el laboratorio. «Es bastante diferente a sentarte frente a un ordenador. Allí todo está bajo control».

Vértigo creativo mojado en disoluciones. Y buenas dosis de juego, que usa el lenguaje de la fotografía para hablar. «Se trata de buscar los contrastes a través de los objetos. De una falda sobre la piel blanca. De un sujetador negro sobre el cuerpo desnudo» dice Diego que esta vez explora la los recovecos de la danza contemporánea en su trabajo.

Madoz, objeto de deseo

Los objetos desfigurados, sacados de contexto del fotógrafo madrileño Chema Madoz impregnan a ratos la obra de estos alumnos. «Se trata de uno de mis fotógrafos fetiche», dice Diego. La obra en blanco y negro de este artista también sirve de referencia para el trabajo de Marta Vélez, una barcelonesa de 25 años, afincada recientemente en Cádiz.

«Ver cómo una copia se transforma, un papel en blanco que se se vuelve poco a poco una fotografía, es algo que me fascina», dice esta diseñadora, que antes ha pasado por la Universidad Politécnica de Barcelona. Esta catalana ha agrandado las celdillas de un panal tejido por las abejas hasta hacerlo irreconocible. Y ha investigado con el revelado hasta volverlo del revés. Sus retratos se transforman en negativos en los ojos del espectador. «Si se puede positivar, transformar un negativo en una fotografía, ¿por qué no intentar lo contrario?», recuerda que se preguntó Marta una tarde. Ida y vuelta, para volver al punto de partida. Enseñar y esconder, en una misma imagen. «Y así conseguí transformar el trabajo en su negativo original». En la fotografía, dos chicas sonríen borrosas.

El título de la colectiva es Un baño de paro, -nombre de uno de los procesos del revelado de las imágenes en laboratorio-, un viaje a través del tiempo, una especie de Regreso al futuro, la cinta que dirigió Robert Zemeckis en los ochenta, versión fotográfica.

«Las imágenes están realizadas de forma manual, y con cámaras analógicas. Descubrir este lenguaje a través de la química, sigue siendo a forma más completa de aprenderlo»,explica María García-Doncel, 31 años, profesora y comisaria de la exposición. Lectura química, en el vértigo de la era digital.