LA GLORIETA

Le llaman 'El Inglés'

Le llaman El Inglés. De niño, Francis Evans Kelly soñaba con Manolete y se ponía torero en la carnicería de su padre en Salford cuando sus amiguetes querían ser delanteros del Manchester. En 1961 cayó en España para festejar una boda y supo que quería ser torero. Se vistió de luces en 1963 y así anduvo 30 años, racaneando contratillos, rompiendo trajes de luces, dejando la bolsa y la vida por una quimera que, como todos los sueños buenos, sólo se creía él. En 1991 el cincuentón tomó la alternativa, harto ya de hacer el paseíllo con chavales de 17. Siguió su discreta vía dolorosa por sórdidos patios de caballos hasta hace tres años, cuando los ligamentos de la rodilla lo quitaron de esto con media factura pendiente de pago a sí mismo.

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Ahora, un cuádruple bypass coronario y una prótesis en la pierna han recompuesto la anatomía de la sinrazón. Ayer se decidió a volver a torear, probablemente con la idea de terminar su particular representación de la vida ciscado en los pitones de un toro o, peor, con el honor partido bajo una manta de almohadillas.

Vengan ahora orientadores profesionales, recolocadores de Delphi, charlatanes con diván de a 150 la hora, sociólogos con máster en Harvard y gafas de pasta. Díganle al Inglés -si tienen narices- que no es el momento de apretarse los machos y salir a Dios sabe qué a la plaza, con 65 años en las retinas y el corazón como un trapo. Explíquense ahora, planificadores de la corrección profiláctica, rasurados ascetas de la media ponderada, técnicos en prevención de riesgos vitales. Expliquen a Shaw cuando dijo que algunos hombres ven las cosas como son y se preguntan por qué, y otros sueñan cosas que nunca fueron y se preguntan por qué no. Y no se atrevan a decirle loco al Inglés. apaolaza@lavozdigital.es