Opinion

Con saña

Ya no saben ni matar. Antes los terroristas te pegaban un tiro certero en la nuca y te ibas con Dios, o con nadie, si eras ateo, pero te ibas sin sufrir. Ahora te pegan cinco y te dejan malherido en el suelo, esperando a que sean las horas agoreras que te sobrevienen después del atentado las que acaben con tu vida en cualquier otro momento, mientras tu mujer y tu hija pueden verte con la cara desencajada y escuchan tus últimos gemidos de dolor.

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Y ellos lo hacen con saña, como si la culpa de todas sus neuras fuera tuya y no de sus líderes terroristas, que sugestionan a estos etarras mal nacidos para que piensen que el pueblo vasco está reprimido, subyugado y hasta torturado por los españoles. Españoles como Isaías Carrasco, un vecino de Mondragón que seguramente hablaba euskera mejor que su propio asesino. Ya ven. «Han perdido el norte», ha dicho nuestro lehendakari Ibarretxe. Lo perdieron hace ya cuarenta años, querido lehendakari, y también el sur, el este y el oeste, cuando empezaron con sus primeros asesinatos. Ahora lo que hace falta es unirnos para acabar con ellos. Algo por lo visto arduo, difícil, ya que tras el atentado ni tan siquiera se ha podido conseguir de todos los grupos políticos una declaración conjunta y sin fisuras. Y durante esta semana, seguramente, tendremos tantas manifestaciones con pancartas distintas como partidos hay. Una discrepancia que ETA siempre ha sabido aprovechar.