Opinion

Salud desigual

La encuesta Nacional de Salud 2006 indica que uno de cada cinco españoles podría desarrollar algún tipo de trastorno psiquiátrico o psicológico. Un dato del que muy probablemente no son del todo conscientes los propios afectados, ni los progenitores de los menores de edad que presentan signos de ansiedad, señales de hiperactividad o dificultades de socialización. Entre otras causas debido al estigma que aún rodea a las patologías mentales; un problema que debería ser atendido de forma prioritaria por las autoridades sanitarias. Junto a la detección de esos riesgos, la citada Encuesta refleja las diferencias en la salud de mujeres y hombres. Resulta elocuente que la mayor longevidad de las mujeres quede contrarrestada por una menor calidad de vida que la de los hombres. La intensa y prolongada carga de trabajo que continúan soportando a diario explicaría en buena medida esa diferencia. Como ejemplo, la menor práctica de ejercicio físico en las mujeres indica hasta qué punto la desigualdad de roles afecta negativamente a su salud. En términos generales, la valoración positiva de la salud propia, aun siendo muy apreciable, ha disminuido levemente a lo largo de los últimos años. Ello puede deberse al envejecimiento de la población; pero quizá también a que una mayor toma de conciencia sobre las patologías que se padecen haya inducido un menor optimismo en la percepción subjetiva del estado de salud.

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Los hábitos de riesgo para la salud han experimentado un cambio positivo sólo en la reducción del consumo diario de tabaco, que ha sido paulatina desde la Encuesta de 1993. Es de esperar que la aplicación de la Ley que entró en vigor el 1 de enero de 2006 atenúe el impacto de un factor que incide directamente en el desarrollo de cánceres y cardiopatías. Pero es el incremento del sobrepeso y de la obesidad, propiciado por una vida más sedentaria y una alimentación descuidada, lo que constituye el problema de salud pública más alarmante. En cualquier caso, el estado de salud resulta especialmente desigual si se atiende al estatus social. Un hecho que se constata en todas las sociedades desarrolladas. De ahí que sea imprescindible que las campañas de sensibilización se orienten preferentemente hacia los sectores que más dificultades presentan para acceder a la información disponible sobre factores de riesgo o sobre pautas de prevención.