Ruiz Mateos, en una de sus peculiares apariciones. / HOY
Jerez

El empresario eterno

Ruiz Mateos ha logrado levantar otro imperio veinticinco años después de que el Gobierno socialista expropiara Rumasa

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¿Ruiz Mateos? ¿Pero este hombre no se retira? Un murmullo de incredulidad recorría ayer los mentideros de la región extremeña. José María Ruiz Mateos (77 años), el de Boyer, el Supermán, el del Rayo Vallecano, sigue aumentando su grupo empresarial.

Hay que remontarse a 1961 para conocer el nacimiento de Rumasa. En principio se trataba sólo de una empresa jerezana dedicada al vino, con siete empleados. Sin embargo, su imagen ya era la famosa abeja, símbolo de la laboriosidad. La colmena creció sin descanso durante los siguientes 23 años, hasta que el Gobierno socialista, recién alcanzado el poder, la sacudió de golpe. Para entonces incluía 700 empresas que operaban en 30 sectores diferentes. De él vivían más de 65.000 personas de forma directa y 300.000 indirecta. Tenía bodegas, constructoras, bancos, grandes almacenes y la mayor cadena hotelera privada del país.

La expropiación se consumó un 23 de febrero de 1983. El Ejecutivo adujo que el entramado se encontraba en quiebra técnica, porque había asumido muchos más riesgos de los que podía soportar. Para Ruiz Mateos y su familia, se trató lisa y llanamente de un expolio.

Fue una época en la que Ruiz Mateos comenzó una doble batalla judicial. La primera, por su libertad; la segunda, por sus empresas. A los pocos días de la expropiación huyó a Londres, y estuvo dos años prófugo hasta que fue detenido en Francfort en 1985. Huyó de la Audiencia Nacional disfrazado en 1988. Entró y salió varias veces de la cárcel hasta que en 1997 fue absuelto de los delitos de falsedad y estafa, sentencia que es confirmada por el Supremo.

La otra batalla judicial le fue más adversa. Por cuatro veces, el Constitucional avaló el proceso de de expropiación. Pero no tiró la toalla. Para mantener viva la llama de sus reivindicaciones no dudó en convertirse en un espectáculo andante. Quiso pegar a su archienemigo Miguel Boyer, el ex ministro que le expropió, con el ya celebérrimo «¿Que te pego, leche!». Apareció disfrazado de supermán, de preso con traje a rayas... Incluso llegó a ganar dos escaños para la Eurocámara con su Agrupación de Electores.

Pero todo ha cambiado en los últimos años. Como no pudo recuperar su Rumasa, se hizo de otra. Pero ahora sin publicidad. Nueva Rumasa no tiene ni página web. Los datos financieros se dosifican con cuentagotas.

Ahora, el día a día lo llevan sus seis hijos varones: Zoilo, José María, Alfonso, Pablo, Javier y Álvaro. Su táctica se centra sobre todo en comprar empresas en crisis o que estén en ventas para reflotarlas. El nuevo imperio se basa en la alimentación. Ya no interesan los bancos ni otros sectores más comprometidos.

Tiene 9.000 empleados y una facturación -sólo en la división agroalimentaria- de 700 millones de euros. Por una de sus últimas adquisiciones, Parmalat España (con marcas como Clesa, Cacaolat o helados Royne), pagó 188 millones. La familia ha aglutinado los negocios por divisiones: bebidas (Bodegas Garvey), hoteles, gestión inmobiliaria y alimentación, que es la joya de la corona. También posee Dhul, Hibramer, Trapa y Elgorriaga.