Artículos

Descerebrados

Las películas de Steven Seagal arrastran merecida fama de ser uno de los más acabados ejemplos de descerebramiento producidos por Hollywood. Pese a ello o precisamente por ello aparece mucho en nuestra pantalla este personaje de extravagante condición: un justiciero de grandes dotes violentas que envuelve sus mamporros en moralina humanitaria, ecologismo y pacifismo. Esta semana era la primera televisión pública, la que derramaba sobre su prime time En tierra peligrosa, de la que Seagal es protagonista, director y producctor. El engendro es visualmente muy efectivo, lleno de peleas y grandes explosiones. Pero si algo destaca en esta cinta es su carácter involuntariamente cómico.

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

La historia puede resumirse así: a) un siniestro industrial del petróleo amenaza con manchar las nieves de Alaska; b) los nativos del lugar sufren mucho; c) para evitarlo aparece héroe de la paz y del espíritu; d) el héroe de la paz y el espíritu hace estallar un depósito de explosivos en la montaña, derriba un helicóptero de los malos, mata a varias docenas de enemigos, incendia una refinería y hace volar una plataforma petrolífera, para terminar matando también al siniestro industrial; e) resuelto el problema reúne a sus hermanos indios en democrática asamblea.

No sé si a alguien, al escribir este guión, se le ocurrió evaluar los estragos causados. Si hacemos balance, veremos que para evitar que se manchen las nieves y sufran los nativos ha habido que pagar un coste humano, material y ecológico parecido al de la primera guerra del Golfo, todo eso sin señalar el disparate mayor: el crudo liberado por la destrucción del complejo petrolífero habrá llegado inevitablemente a las nieves inmaculadas, pringando a los sufrientes nativos. El viejo apotegma marcial del general Lyautey, «matar una mosca a cañonazo», se queda corto ante las exhibiciones de Seagal; lo suyo es más bien matar pulgas con bombas atómicas, o en otros términos, cortarte el brazo para sanar la úlcera de una uña. Lo más prodigioso es que En tierra peligrosa conoció una secuela, cortada por el mismo patrón, pero mucho más aburrida. Descerebrar, ya se ve, es un buen negocio. Lo alucinante es que nuestra televisión pública colabore.