CULTURA. Santiago (izq.) y José Joaquín (dcha.) están convencidos de que el asociacionismo es una gran arma socio-cultural. / FRANCIS JIMÉNEZ
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«Los alumnos de hoy están cada vez más 'embrutecidos'»

La Asociación Cultural 'Ubi Sunt?' recibe el I Premio Andaluz a la Cultura Universitaria, convocado por el proyecto Atalaya, por su esfuerzo y dedicación

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Pueden sentirse orgullosos de capitanear un movimiento nacido del profundo interés por la historia y gestado en el seno de la UCA -con tanta solera como frescura-, que acaba de recibir el I Premio Andaluz a la Cultura Universitaria, convocado por el proyecto Atalaya e integrado por representantes de las 10 instituciones académicas de la comunidad autónoma.

José Joaquín Rodríguez, Santiago Moreno y Olga Bueno -miembros de Ubi Sunt?-, están convencidos de que en el panorama actual, el asociacionismo es una de las armas más eficaces para impulsar el cambio socio-cultural.

-Tras este reconocimiento, ¿qué sienten al echar la vista atrás?

-J. J.: Viejos, cada vez más viejos y más calvos; de los fundadores sólo resiste uno. Lo bueno es que algunos han abandonado la asociación y otros han ido tomando el relevo.

-S.: Cuando esto comenzó, no pensamos que fuese a durar tanto ni que fuésemos a recibir un premio de esta magnitud. Al principio era sólo una revista de doce páginas grapadas; luego se convirtió en una publicación bien editada que alcanzaba las 150 páginas. El contenido también ha evolucionado mucho; de alguna que otra copia, se pasó a la elaboración de textos de investigación con rigor histórico.

-¿Cómo perciben esa evolución?

-J. J.: Los primeros balbuceos fueron muy torpes y a la vez muy bonitos. Nuestras ideas les parecían muy ingenuas a muchos de los profesores, pero luego resultó que funcionaban.

-S.: Siempre está ese dicho que repiten los docentes que dice que los alumnos no hacen nada... Hoy en día no se publica cualquier cosa y muchos estudiantes han tenido la oportunidad de que sus textos vean la luz a través de Ubi Sunt? Desde que la revista tomó cuerpo allá por el 2004, realizamos estudios historiográficos diferentes; no nos ajustamos al corte arcaico.

-J. J.: Ni nos limitamos a una historia de instituto, de personajes y fechas (que es bueno saberlo), sino del cómo se vivía, se vestía, cómo la gente amaba, su forma de ocupar el tiempo... Ese esquema actual es el que a los demás realmente les llega. Por ejemplo, triunfó mucho el tema del porno-gay, un artículo que reivindicaba la cultura pornográfica homosexual.

-¿Qué visión creéis que existe de la Universidad de Cádiz?

-S.: Algunos profesores piensan que esta es una universidad provinciana. Sin embargo, a otros les ha llamado la atención el tipo de investigaciones que se llevan a cabo. Lo que pasa es que lo que se hace no trasciende. Los congresos nos dan mucha cancha.

-J.J: La visión de un grupo de estudiosos es interesante y novedosa: cómo ve la religión la gente pobre en Sudamérica o cómo las mujeres romanas utilizaban el maquillaje para llamar la atención en un mundo masculino, la brujería dentro de la Iglesia, etc. Lo que parece superficial ayuda a entender muchas cosas: después hay que excavar.

-¿Creéis que los jóvenes han perdido el interés por la Cultura?

-S.: Yo veo a Cádiz en general un poco anquilosada. Sin embargo, hay gente que trabaja para que esto no sea así. La programación del Vicerrectorado de Extensión es pionera, pero luego ojeas las propuestas de otoño para el Falla y son penosas. Nosotros intentamos abrir la universidad al gran público.

-J. J.: La carga cultural puede presentarse de forma amena. Hablamos de Salvochea en clave de cómic o murga carnavalesca...

-S.: Los alumnos cada vez están más embrutecidos; la educación básica está en las casas.

-J. J.: Se pide que todo sirva para algo, lo que pasa es que la cultura sirve a largo plazo. Aquí influye el tema de la sobretitulación; la gente se olvida de un importante complemento. Así se consigue una perspectiva diferente, igual que cualquier otra cosa en la vida.

-S.: Es importante manejar la oferta. Si no acostumbras a la gente a la diversidad y la calidad, no hay motivación. Nuestra asociación es abierta, no inaccesible.

-¿Cuál es el perfil de los interesados en colaborar en la revista?

-S.: Gente rara como nosotros (risas) y no sólo universitarios. Los que de verdad se quedan y se comprometen no suelen pasar por la carrera o su objetivo no es conseguir el título y adiós muy buenas, sino dedicarse a la investigación. A principios de los 80, el movimiento era más político. Luego la cosa se enfrió. Ahora falta un poco de paciencia, de constancia.

-¿Qué trabas se presentan a la hora de crear una asociación?

-J.J.: Uno de los problemas es que estamos muy mal educados por la democracia; parece que ya nos viene todo dado. Sin embargo, una de las cosas buenas que tiene el sistema es la necesaria participación y la mejora. Parece que no hay nada por lo que luchar. La gente cree que la política es cosa de profesionales. Lo que ocurre es que no dan facilidades: hay que implicarse, pero los políticos prefieren que cuanto menos mejor porque así tienen más espacio para la gestión. Vivimos en una democracia burguesa. Hay que buscar los resquicios. Además, existen subvenciones, ayudas y la gran herramienta de la red.

-Los políticos olvidan o recurren cada vez más a la historia según su conveniencia y más ahora en víspera electoral, ¿podríais poner un ejemplo histórico que emule la situación actual?

-J.J.: Krushev, el premier ruso que sucedió a Stalin decía que los historiadores éramos gente peligrosa que había que vigilar porque hacíamos a la gente pensar. Si recortas la historia, descubres lo que quieres porque has eliminado todo lo que la rodea.