Editorial

Más que ayudas

La propuesta avanzada ayer en Toledo por el presidente y candidato José Luis Rodríguez Zapatero, comprometiendo una ayuda de 500 euros por cada hijo menor de 3 años cuando los ingresos familiares sean inferiores a los 20.000 euros en el caso de las familias numerosas y a 15.000 en el de las no numerosas, eleva el umbral de renta establecido hasta ahora para poder acceder a tal prestación, ampliando el número de familias con derecho a la misma.

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Las críticas formuladas a la medida coinciden en señalar su parquedad, tanto por su cuantía como por su alcance social. Pero el problema no estriba en la aportación dineraria orientada a compensar la carga económica que supone cada nuevo hijo en sus primeros años de vida.

De hecho, situada la discusión en esos términos, se correría el riesgo de desatar -por efecto de la liza electoral-, una escalada de propuestas para subvencionar el mantenimiento de los hijos durante la primera infancia hasta alcanzar cifras que acabarían lastrando las cuentas públicas. Por tangibles que parezcan ésta o cualquier otra oferta electoral expresada en euros, la doble pregunta que han de hacerse tanto los candidatos como los ciudadanos es si ello constituye la mejor manera de responder a las necesidades de las familias, o si resulta más equitativo y eficiente el desarrollo de un amplio abanico de iniciativas legales, laborales, medidas fiscales y servicios públicos que confluyan en proporcionar el entorno preciso para que aquéllas puedan adoptar sus decisiones con la mayor libertad.

Porque nada puede resultar más contradictorio con la responsabilidad compartida sobre la que han de asentarse las familias que el establecimiento de un sistema asistencial basado en el subsidio.

La competencia electoral no suscita sólo una polarización a menudo impostada entre las distintas fuerzas en liza.

Genera también, aunque sea involuntariamente, coincidencias que se instalan como pautas comunes a toda intervención pública. Es lo que podría ocurrir con la política de familia siempre que las distintas formaciones evitasen supeditarla a la diatriba ideológica o someterla a la subasta pública de ayudas más cuantiosas.