NUEVA YORK. La senadora y su hija se abrazan durante un mitin.
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El punto flaco de los Clinton

El matrimonio veta a una cadena de televisión por sugerir que están «prostituyendo» a su hija Chelsea al utilizarla para atraer a los jóvenes

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POCAS cosas hay en estos días que Hillary Clinton desee más que tiempo de televisión gratuito. La candidata ha tenido que prestar 3,5 millones de euros a su campaña y algunos de sus principales colaboradores están trabajando sin sueldo, pero si por algo está dispuesta a sacrificarlo es por el honor de su hija. Su instinto maternal contra su ambición política. Difícil decisión. Desde que llegaron a la Casa Blanca, cuando Chelsea tenía 12 años, blindaron a la niña del escrutinio público y se pelearon con uñas y dientes cuando alguien traspasó los límites. El que ahora hayan decidido sacarla del torreón para atraer el voto joven a la candidatura de su madre no significa que se haya abierto la veda.

«¿Pero no parece como si la estuvieran prostituyendo de una extraña manera?», preguntó en antena el presentador de la MNSBC David Shuster a un colaborador de Clinton. La senadora se puso colérica y decidió retirarse de los debates electorales que va a organizar la cadena, y por los que ella misma ha luchado a brazo partido. Palabras mayores, en una campaña en la que los medios de comunicación están registrando récords de audiencia al estilo de los mejores reality show.

Suspendido

Rápidamente se le ha ofrecido la cabeza de Shuster, el presentador, que ha sido «suspendido indefinidamente» no sin antes pedir perdón en antena por el mal gusto de la «deplorable» expresión, dijo un portavoz de la cadena. A Clinton le salieron las garras de leona y quiso dejar claro que a su cachorra no la toca nadie, por mucho que haya cumplido 27 años y se pasee sola por las universidades del país convenciendo a los estudiantes de que su madre será una gran presidenta. «Soy madre primero y candidata después -advirtió Hillary- y encuentro esa expresión increíblemente ofensiva. Puedo aguantar lo que me echen a mí, es parte de lo que he firmado al convertirme en candidata, pero esto es un patrón de comentarios y de conducta muy perturbador que tiene que ser castigado». Clinton presume de tener piel de elefante, pero ya nadie duda que cuando se refiere a su hija es especialmente sensible. Que se lo digan si no a Nino Selimaj, propietario del restaurante italiano de Nueva York Osso Buco, que en septiembre pasado recibió una amenazadora carta de la oficina del ex presidente. Su pecado, haber colgado una foto de Chelsea cenando en el local, junto a los retratos de otros muchos famosos que habían resultado igual de cordiales ante la cámara. Para entonces la foto llevaba ya cinco años en su escaparate, pero se ve que los Clinton no se habían percatado.

Chelsea apareció por primera vez en los escenarios electorales de su madre durante su campaña a senadora por Nueva York.

En Iowa empezó a acompañarla, al igual que su abuela, pero ambas permanecían mudas y sonrientes en una esquina. Luego se convirtió en la cara familiar que le lanzaba miradas de apoyo desde el público durante los debates, a los que por algún motivo Bill Clinton dejó de acudir, probablemente para no robar protagonismo a su esposa.

Gancho juvenil

Pero no fue hasta que Barack Obama la vapuleó en esos caucus, dejándola en el tercer puesto, cuando su lánguida figura empezó a cobrar vida propia. Los Clinton entendieron pronto que si Dorothy, la madre de Hillary, de 88 años, podía enternecer a los jubilados demostrando que tiene una buena hija que la cuida, en vez de meterla en un asilo, como hace la mayoría de los estadounidenses, Chelsea era el gancho juvenil que mejor podía conectar con la juventud que ha aupado a Obama.

En Carolina del Sur, donde la importante presencia de afroamericanos adelantaba la derrota de Hillary, Chelsea empezó por primera vez a dar mítines por su cuenta, junto a la America Ferrera (Betty, la fea). Ahora que se ha soltado y hay más en juego, da tumbos por todo el país, pero nunca habla con la prensa, a la que hasta hace poco ni se le informaba de su agenda electoral.