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Los remedios

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or si todavía no estaba claro, el partido contra el Hércules nos ha demostrado que el actual equipo del Cádiz no posee suficiente calidad para alcanzar el objetivo de luchar por el ascenso. Sin faltar el respeto a ninguno de los profesionales, hemos de reconocer que, si siguen luchando como hasta ahora y si la suerte no les es adversa, a lo más que pueden aspirar es a mantener la categoría. Partimos además del supuesto de que, a estas alturas, invirtiendo mucho dinero -el que no posee- tampoco se garantizaría un cambio radical de la situación. No se trata de gastar muchos euros, sino de emplearlos bien; pero mucho nos tememos que, cuando ya ha transcurrido la mitad de la temporada, va a resultar difícil adquirir un profesional con capacidad de mejorar cualitativamente el juego mediocre amarillo. Otro error grave sería, a mi juicio, responsabilizar de esta situación al entrenador o a algún jugador concreto. Las deficiencias hemos de localizarlas en la planificación de la temporada y, más concretamente, en la confección de una plantilla que, sin duda alguna, está descompensada. Estamos de acuerdo en que, en estos momentos, es urgente efectuar unos arreglos con el fin de tapar los huecos más visibles, pero sin olvidar que serían eso: simples remiendos que sólo servirían para cubrir las apariencias. A veces recibimos la impresión de que, en realidad, eso es lo que se ha hecho las últimas temporadas, arreglar los desperfectos y remozar un edificio que se ha quedado algo anticuado. A lo mejor este Club necesita un arquitecto con ideas nuevas, un valiente que, además, sea capaz de elaborar un proyecto diferente con el fin de levantar una construcción más sólida y más acorde con las exigencias de una afición que, quizás, posea mayor categoría que el equipo actual. Si ahora no es el momento para corregir el rumbo, puede ser la ocasión adecuada para empezar a elaborar esos nuevos e ilusionantes proyectos.