EN FAMILIA. La ganadora es felicitada por su marido y su hija. / AP
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Hillary frena a Obama con su perfil más humano

La ex primera dama logra conectar con el electorado y resucita contra todo pronóstico en New Hampshire

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Los periódicos estadounidenses lo calificaban ayer como la mayor resurrección desde Lázaro. Así de bíblica había sido la sorpresiva victoria de Hillary Clinton en las primarias de New Hampshire, gracias a un momento de debilidad con el que rompió el muro invisible que la separaba del electorado. Todos coincidían en que la lucha entre titanes que dejó al estado dividido entre la ex primera dama y el senador de Illinois Barack Obama, por 39% a 36%, ha prestado un servicio democrático al país, donde otros estados tendrán la palabra en unas elecciones habitualmente resueltas entre Iowa y New Hampshire.

Dos preguntas atormentaban ayer a la opinión pública: ¿Por qué se equivocaron tanto las encuestas? y ¿Fue sincero el traspié emocional de Hillary? En realidad, la segunda contestaba a la primera, ya que ese brillo de humanidad fue el que conectó con su género y le permitió seguir los pasos de su marido en la leyenda del 'Comeback Kid' (El chico que vuelve) que se fraguó cuando también renació en New Hampshire en su carrera hacia la presidencia.

Hegemonía masculina

Parecía que para que una mujer pudiera por fin romper la hegemonía masculina de la Casa Blanca tenía que ser tan dura como Margaret Thatcher y tan fría y distante como la Reina de Inglaterra, pero resultó lo contrario. Sólo cuando dejó entrever sus emociones se convirtió en ser humano y capturó a las votantes femeninas que tanto había cortejado sin éxito. Hasta ese momento las mujeres apoyaban mayoritariamente al príncipe negro que les habla de John Kennedy y les promete volver a perseguir la luna. Una vez que Hillary jugó la carta de que no había cambio mayor que convertir a una mujer en presidente, se desvivió en abrazos y les confesó sus dificultades para arreglarse el pelo por las mañanas, hacer deporte de vez en cuando y mantener una dieta sana durante la campaña, el sexo femenino se identificó con ella y no fue capaz de traicionar su lucha en las urnas. El 47% de las mujeres apoyaron a Hillary, frente al 34% que había prometido hacerlo en las encuestas, y las ciudades llevaron la contraria a las aldeas rurales.

«En la última semana os he escuchado, y durante el proceso he encontrado mi propia voz», les dijo agradecida al aceptar la victoria. «Creo que todos hemos hablado con el corazón y me siento reconfortada de que hayáis respondido. Ahora, juntos, vamos a dar a EE UU el tipo de renacer que New Hampshire acaba de darme».

Paradójicamente, la mujer de 64 años que casi la hiciera llorar con una pregunta inocente -«¿Cómo estás aguantando?»-, votó por Obama. Con ello Marianne Pernold desmentía en varias entrevistas que la pregunta hubiera sido «plantada» por la campaña de Clinton para jugar la carta emocional en el último minuto. El vídeo de la frustrada ex primera dama con la voz quebrada y las lágrimas a flor de piel dio la vuelta a las ondas de televisión horas antes de la votación y fue uno de los más vistos en el ciberespacio. Le acompañaba en ese récord de YouTube su enojado marido, que había arremetido con indignación contra el historial de Obama calificándolo de «el mayor cuento de hadas que haya oído nunca».

La prensa criticó severamente la salida de tono de un ex presidente, del que esperan se comporte con la dignidad de un hombre de estado, y señaló en sus editoriales que Hillary tenía ahora la oportunidad de distanciarse de Bill. Como si los hubiera leído antes de que se imprimieran, Bill no estaba en el cuadro televisivo mientras Hillary agradecía el martes su inesperada victoria. Jóvenes y niños sustituían a los miembros de su antiguo gabinete que la acompañaran la noche de Iowa contradiciendo el mensaje de cambio, porque, como decía 'The New York Times', «los Clinton rara vez comenten dos veces el mismo error».

En Nashua, donde miles de personas habían acudido a celebrar la victoria con Obama, el paso no cambió. Stevie Wonder cantaba por los altavoces 'Sign, Seal and Deliver' (fírmalo, séllalo y entrégalo), como si los resultados consolidaran la victoria que el candidato de la esperanza disfrutase en Iowa hace una semana. Fue otro discurso emotivo pensado para embriagar de nuevo los corazones de jóvenes y apáticos, repujado con un estribillo de 'Sí, podemos' que sus seguidores se llevaron a la cama, en lugar de la decepción que les embargó al principio de la noche.

«Largo oscurantismo»

«Hace unas cuantas semanas nadie se hubiera imaginado que podríamos lograr lo que hemos logrado aquí en New Hampshire. ( ) Sabemos que la batalla por delante será larga, pero recordad siempre que no importa cuántos obstáculos encontremos por el camino, nada podrá ponerse en medio de millones de voces pidiendo el cambio», les animó. «Vosotros, todos los que estáis aquí esta noche, podéis ser la nueva mayoría que saque a esta nación de un largo oscurantismo político. Demócratas, republicanos e independientes que están cansados de las divisiones que han nublado Washington. ( ) No hay problema que no podamos resolver, no hay destino que no podamos cumplir».

Y el hechizo surtió efecto. Kofi Jones, una voluntaria que se ha dejado la piel en su campaña durante seis meses, se fue a casa cantando y bailando como si hubiera ganado. «Nada de decepcionada, estoy totalmente ilusionada y con las pilas puestas. Es la primera vez en mi vida que tengo esperanza, para mí y para mi hija, porque no es fácil ser una mujer afroamericana en este país. Ganaremos, esto no ha estado tan mal. Aquí adoran a los Clinton, es un triunfo haberles hecho sudar tanto», se justificó.