VUELTA DE HOJA

MANUEL ALCÁNTARA Si no se estuvieran quietos

El paro registrado en el extinto año 2007, que en paz descanse si su conciencia lo permite, ha sido el mayor en el último quinquenio. La mitad de los nuevos desempleados proceden de la construcción, lo que significa que se está obligando a mucha gente a apearse de los andamios. Hay otro dato, pero ya sabemos que en España no se le hace caso a los datos, sino a los discursos: el 40 por ciento de los parados son extranjeros. Personas que vinieron a un país opulento, aunque revuelto, en busca de una vida mejor que la que tenían en sus países siempre revueltos, pero donde la opulencia estaba reservada a sus líderes. La pregunta es qué puede pasar si los parados deciden movilizarse.

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Es mucho mejor que los pobres estén quietos, aunque si les llueve encima desprendan un olor peculiar. Cuando se mueven, aunque no tengan capacidad de agrupación, la atmósfera se hace distinta. Incluso cambia la luz del alumbrado público, aunque su voltaje sea idéntico. Las personas instaladas, incluidas las que han logrado una localidad de general en el estadio de la vida, se echan a temblar. Temen que su culo sea de mal asiento y no por su impaciencia, sino porque venga alguien a levantarles. Dicho de otra manera: nadie puede sentirse seguro rodeado de miseria. O tiene que debilitar su conciencia o tiene que reforzar la Guardia Civil.

Las recetas de resignación caducan muy pronto. En nuestro tiempo no se lleva la conformidad. O quizá ocurre que nadie se resigna a ser de profesión un resignado. Bienaventurados los que no se aguantan. En vista de eso y de lo que está por ver, el señor Zapatero propone «un plan de urgencia» si vuelve a ganar las elecciones y el señor Rajoy propone «un plan de choque» si las gana. Se trata de dos magníficos proyectos. Fue una pena que no se hicieran con anterioridad.