Editorial

Crear un estado

La conferencia internacional de donantes para la creación del Estado palestino recaudó ayer 7,4 millones de dólares, comprometidos para los tres próximos años. Convertida en la segunda parte de la cumbre de Annapolis, la reunión de París logró así lo que hoy precisan los mentores de la hoja de ruta para afianzar una salida definitiva al conflicto israelo-palestino: ganar un tiempo de distensión que propicie la constitución en breve plazo de un Estado democrático y viable liderado por la facción palestina más moderada. El hecho de que una parte sustancial de las aportaciones vaya destinada a cubrir el presupuesto ordinario de la Autoridad Nacional, que cuenta con una nómina de 160.000 empleados públicos, demuestra que la iniciativa solidaria resulta eminentemente pragmática y trata de apuntalar tanto el funcionamiento de las instituciones presididas por Abbas como la adhesión social que asegura el pago de tan numerosos salarios. Pero el flujo de dinero destinado a reactivar la economía palestina y a mejorar las condiciones de vida de los habitantes de Cisjordania y Gaza será insuficiente si la negociación bilateral entre israelíes y palestinos no progresa al mismo tiempo, asegurando éstos los mínimos de seguridad que Israel reclama y levantando el Gobierno judío la espesa trama de controles militares que hacen inviable el tránsito de trabajadores, estudiantes y mercancías.

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Además, mientras el poder real aparezca dividido entre los palestinos con dos facciones que controlan respectivamente Cisjordania y Gaza, los beneficios de tan cuantiosa ayuda internacional -a la que España aporta un apreciable esfuerzo financiero- correrán el riesgo de diluirse en una pugna intestina que difícilmente podrá verse superada sólo mediante la estrategia de reforzar a la Autoridad Nacional frente a Hamas. La negativa de Israel a admitir un eventual regreso a un gobierno palestino de unidad puede ser hoy contemplada como un requisito comprensible y como una condición ineludible, dada la actitud del islamismo radical. Pero la aceptación de dicho veto como opción de futuro ha de depender de los frutos que ofrezca la citada estrategia de orillar a Hamas.