Editorial

Veto incoherente

La aprobación del veto presentado por el grupo de CiU en el Senado a una sección de los Presupuestos Generales que a su entender invade competencias autonómicas en materia de vivienda ha concedido el final que corresponde a una tortuosa legislatura. El proyecto presupuestario fue devuelto al Congreso sin que pudieran tramitarse las numerosas enmiendas que estaban en discusión en el Senado. Es más que probable que el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero pueda sortear tan inesperado obstáculo gracias sobre todo a sus últimos aliados, PNV, BNG y Chunta Aragonesista. Además resultaría paradójico que CiU, aun siendo el grupo causante de la devolución del proyecto al Congreso, se mostrara partidario de forzar la prórroga de las Cuentas de 2007 por insuficiente que considere la dotación destinada a Cataluña en los Presupuestos para 2008. Eventualidad ésta que acarrearía un serio perjuicio para los ciudadanos y para el impulso público al crecimiento económico.

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Es cierto que la iniciativa testimonial de CiU ha logrado evidenciar aquello que los propios convergentes parecen añorar por momentos: la necesidad de una mayoría de gobierno que garantice el desarrollo de toda una legislatura y asegure la tramitación de los principales proyectos legislativos, incluidas las Cuentas anuales, ante las que el pujolismo mantuvo siempre una actitud responsable. Pero la llamada de atención que el veto parcial implica por parte de quienes, también por momentos, reivindican un papel protagonista en la gobernabilidad de España podría acabar induciendo, en este final de legislatura, efectos poco favorables a sus intereses y a los de las formaciones menores. La ensombrecida imagen de un Gobierno zarandeado en sus propósitos presupuestarios por una enmienda parcial pone en evidencia sus límites; pero también la incoherencia de fondo de grupos como ERC, Coalición Canaria, EA o la propia CiU, imposibilitados para extraer del apoyo al citado veto la más mínima ventaja política. El trámite que le resta al proyecto presupuestario para 2008 podría conducir la próxima semana a la escenificación de un último debate parlamentario entre el Gobierno y el PP. La lógica opositora y alternativa de éste puede asimilar una hipotética prórroga presupuestaria como derrota del Gobierno. Pero ello mismo condena a los grupos que ayer secundaron el veto cuando menos al silencio.