opinión

La Glorieta | Barrabás llega a Renault, por Andrés G. Latorre

En las últimas semanas se ha hablado más del futuro de Fernando Alonso que del porvenir del resto de la Humanidad. A pesar de que tanto el plantea como Alonso van a vestir de azul, consideramos más importante al asturiano. Me parece normal. La tierra no puede cambiar de escudería porque está condenada a correr cada año alrededor del sol, sin patrocinadores, y con extraños cometas cerca intentanto adelantarle. Haga usted memoria y trate, salvando las noticias del asturiano al que no le quitan puntos por correr, encontrar algo que haya merecido su atención o su recuerdo... No se preocupe, cuando llegue tarde al trabajo será Alonso quien le lleve a trabajar con un Comes salido de boxes. Si recibe un curso de formación de Delphi será el de Oviedo, que ya planteaba el cierre de lejos, el que le ilustre. Dinero para comprar la maquinaria tiene de sobra.

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Durante la última semana pocas noticias como la de que vuelve a montar un Megane de los gordos el que recibió un Príncipe de Asturias han despertado la común atención. Cuando los dos guardias civiles fueron asesinados en Francia se vivió una salida de pista, una ruptura del motor que, sin embargo, se diluyó pronto porque McLaren se olvida enseguida. No creo que venga Ecclestone a vigilar a nadie en la Operación Salida.

Sí ha competido, con menos velocidad y empujada, la coronación de María Auxiliadora. Aunque no saliese un calvo comentando cada paso de la Virgen de Salesianos por las calles, sí consiguió captar conversaciones e intereses. Hay que reconocer que ambos han gozado de triunfos y han sido coronados. Sólo cambia el acompañamiento musical. Entre Jesús y Barrabas, siempre ganan los mismos.