MANIFESTACIÓN. Kosovares con banderas de Estados Unidos, su gran valedor, exigen la independencia en las calles de Pristina. / EFE
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La UE asume la independencia unilateral de Kosovo aunque no tenga el aval de la ONU

La decisión es casi unánime, si bien España apuesta por contar con el apoyo del organismo internacional La contrapartida para Serbia sería entrar en la Unión

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Europa continúa sin consensuar formalmente una posición sobre el futuro de Kosovo, la provincia serbia de mayoría albanesa. Ayer, los ministros de Exteriores de los Veintisiete se reunieron en Bruselas para tratar el tema, antes de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE que está previsto que se celebre el viernes en la capital comunitaria. El resultado fue el esperado: una amplia mayoría de socios -el sueco Carl Bildt llegó a hablar de 26- está dispuesta a reconocer un Kosovo independiente. La voz de la discordia proviene de Chipre, que teme ver reforzadas ante la comunidad internacional las aspiraciones segregacionistas de la parte norte de su territorio, la zona turcochipriota de la isla, que no cuenta con otro reconocimiento que el de Ankara.

Pero también Eslovaquia, con problemas de encaje de la minoría húngara, y cuya independencia de la República Checa le resta autoridad moral en los foros internacionales, teme ecos negativos para sus intereses si la provincia kosovar se separa de Serbia sin la autorización de Naciones Unidas.

España defendió su posición tradicional en este debate que no es otra que supeditar la independencia de la región balcánica a que sea pactada en la ONU y que, en cualquier caso, la UE mantenga una posición unida para tener una voz firme en el proceso y alcanzar a dirigirlo de alguna manera.

Contradicción

El aval de Naciones Unidas y la posición común europea pueden ser cosas contradictorias, porque Kosovo se aproxima a una segregación ilegal, como afirmaba con rotundidad el titular ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, el viernes en el Consejo OTAN-Rusia, y ayer reiteraba en Belgrado el viceprimer ministro serbio, Bozidar Djelic, al asegurar que la potestad de reconocer a un nuevo Estado la tiene la ONU y no la UE.

Pero Europa parece haber asumido la inminente independencia de Kosovo fuera del marco jurídico internacional. Como decían ayer fuentes diplomáticas «el asunto está muy arriba en la jerarquía decisoria», al significar que es un tema que desborda ya ampliamente incluso el marco competencial del Consejo de Exteriores, y su potencial de orientación política.

Lo que cabe preguntarse es lo que hará España (si reconocerá o no a un Kosovo ilegalmente independizado) cuando no haya lugar a la evocación del marco jurídico internacional, y la cuestión se encuentre formalmente sobre la mesa porque la hayan planteado las autoridades de Pristina. Ayer, las noticias que llegaban a Bruselas desde la provincia serbia decían que la separación va a ser proclamada, pero que se buscará la manera de acomodar el paso a los intereses de la UE y de EE. UU.

Esos intereses no pasan, por lo que se vio ayer porque Europa rechace esa independencia. Quienes se oponen carecen del peso suficiente para cambiar la posición del resto. De lo que se trata es de permitir a la UE hacer sus deberes en la formalización de una política exterior, de seguridad y defensa que sustituya a la Kfor, sobre la base de la resolución 1244 del Consejo de Seguridad, que permitió desplegar esa fuerza en Kosovo en 1999.

Más efectivos

Miguel Ángel Moratinos daba ayer por descontado que la 1244 «ofrece el marco jurídico adecuado» para la nueva operación, que requerirá, probablemente, más efectivos que los 16.000 de la Kfor y que, sin duda, recibirá el visto bueno de los líderes europeos el viernes.

La contraprestación que la Europa comunitaria parece dispuesta a ofrecer a Serbia y a Kosovo es un futuro de pertenencia a la UE. Y ello a pesar de que la propia cumbre comunitaria proclamó en su día, tras la última ampliación, que las futuras adhesiones se llevarían a cabo en función de los méritos y no por razones políticas superiores.