Sociedad

La dieta y el estrés pueden mermar las funciones cognitivas

Tener buena memoria no sólo es cuestión de práctica. Son muchos los factores que entran en juego, desde el nivel de estrés a la dieta, pasando, por supuesto, por la edad, la tendencia genética, la calidad del sueño o hábitos poco saludables como el tabaco o el alcohol. En grandes proporciones, la nicotina «altera la capacidad de memorización de los individuos», observa el neurólogo Luis G. Cortés. Con las bebidas alcohólicas ocurre lo mismo. Eso de beber para olvidar no es ninguna leyenda urbana. Está probado que el alcohol actúa directamente sobre la memoria inmediata.

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Igualmente, guardar las aconsejadas siete u ocho horas de sueño es imprescindible para no tener lagunas. Lo explica el hecho de que la memoria trabaja mientras el cuerpo descansa. Y, hoy, el descanso es un bien preciado. No en vano, psicólogos, neurólogos y psiquiatras coinciden en que el ritmo de vida actual tiene parte de culpa en el aumento de los problemas de memoria, unido al incremento de la esperanza de vida y los accidentes cardiovasculares.

Según las estadísticas, hace una década, uno de cada diez individuos con más de cincuenta años tenía dificultades con la memoria. Hoy son dos de cada diez. Algunos sufren el deterioro lógico de la edad. Otros padecen cuadros depresivos. Y otros tienen carencias dietéticas. Ya se sabe, prisa y comodidad son malos consejeros. Especialmente, en lo que al menú se refiere.

Tanto neurólogos como nutricionistas advierten de que no todos los alimentos influyen por igual en la memoria. Entre sus platos favoritos está la glucosa, que estimula la liberación de acetilcolina, un neurotransmisor que potencia la memoria al acelerar la comunicación entre las células. De la misma forma, los antioxidantes y nutrientes de la fruta frenan la acción de los radicales libres, responsables de la oxidación del cerebro.

Otra recomendación es hacer buen acúmulo de hierro, presente en el pescado azul, el queso curado y las legumbres; sin olvidar consumir un mínimo de mil calorías diarias. Por supuesto, el aceite de oliva, el ajo y los alimentos que contengan vitaminas del grupo B, como cereales integrales y frutos secos, son básicos.